Entre los
años 60 y 70 la canción protesta alcanzó la mayor difusión y repercusión de su
historia. En nuestro país los cantautores irrumpieron con fuerza en aquella época,
protestando contra la dictadura con las únicas armas que contaban: su voz y su guitarra.
Suficientes elementos como para despertar conciencias y remover los cimientos de
la gente paralizada por el miedo. Al llegar la democracia a nuestro país, la
canción protesta dejó de tener el sentido para el que había sido creada, pues
el estado del bienestar la engulló rápidamente, convirtiendo a los españoles en
nuevos burgueses y a los cantautores en compositores del amor y el desamor.
Sin embargo en
estos últimos años –con una crisis interminable y una población que empieza a emigrar para poder subsistir, mientras los políticos descapitalizan el país y, se
lo llevan a manos llenas–, vuelve a aparecer la canción protesta, más fuerte y con
más sentido que nunca, encabezada por los jóvenes –que son a los que realmente les
están arrebatado irremediablemente su futuro–.
Hace un par
de años con la aparición del movimiento 15-M, la población decidió salir a la
calle y gritar su indignación, tan alto como pudieron. Todas las disciplinas
artísticas no fueron indiferentes a esta corriente y empezaron a indignarse
también bajo el grito de “Estas son nuestras armas” mientras enseñaban sus
instrumentos musicales.
Los
cantautores que allí se congregaban dejaron las canciones de amor a un lado, para
volver a cantar con rabia contenida todo aquello por lo que se sentían
humillados, vapuleados y ninguneados. El máximo exponente de joven cantautor
indignado es Pedro Pastor; hijo de los artistas Lourdes Guerra y Luis Pastor, y
sobrino de otro cantautor con solera: Pedro Guerra. Con una mezcla entre padre
y tío, este muchacho de tan solo 19 años de edad, escribe sus propias letras,
compone la música y además las canta para un público igual de joven e indignado
que él, que le tienen como un referente, al no sentirse representados por lo que
la sociedad les propone.
Estos adultos
del futuro están formando su propio criterio y se identifican con la manera de
pensar de un moderno John Lennon que aparece en el panorama musical español.
Pedro Pastor
lleva ya unos cuantos años subiéndose a los escenarios, primero con sus padres para
después hacerlo a solas. Cuando iba al instituto por las mañanas ya era
cantautor por la noches, y se acostaba de madrugada para levantarse a las 8h y poder volver a sus clases. Aunque Pedro Pastor aboga por el derecho
a una educación gratuita, su rebeldía le hace decir que los estudios no le
sirvieron para nada, que el sistema educativo no funciona, que los profesores le
intentaron aborregar y que él nunca se sintió a gusto en aquel lugar donde
nadie se cuestionaba nada y todo el mundo aprendía lo que le enseñaran sin
rechistar.
Pedro Pastor cree que en algún lugar del mundo habrá una chica como él: "Una chica que sonría todo el rato,
que lea a Saramago y que le interese la música de Radio3". Piensa que el amor no
debe ser dominación y que cada uno tiene que ser libre para seguir creciendo como
ser humano.
Pedro Pastor es
un joven adulto, feminista y abolicionista, que se interesa por los más desfavorecidos,
cuestiona al gobierno y a su sociedad, no se cree nada de lo que le dicen y tiene
una hartura tal, que la grita en sus canciones entonando un ¡Basta Ya!
Mientras
otros chavales de su edad se han conformado con la vida fácil en la que sus
progenitores les abastecen de cualquier necesidad o capricho, Pedro Pastor se
ha ido a vivir por su cuenta, compartiendo piso con otros dos artistas.
Y mientras su padre Luis pastor, sigue
cantando aquello de ¿Qué fue de los cantautores?, Pedrito
Pastor aparece en el panorama musical para reivindicar la libertad que nos están
quitando los diferentes gobiernos enmascarándola como falsa democracia.
Pregunté
a los profesionales de la música, qué opinaban de Pedro Pastor y, Fernando Íñiguez,
periodista musical de El País y Radio3, me dijo esto:
¿QUÉ OPINAS DE PEDRO PASTOR Y
QUÉ FUTURO LE AUGURAS?
Es una figura poética muy
utilizada pero cójase una coctelera, y échese de forma generosa unas cuantas
gotas del inconformismo y maneras de Luis Pastor, añádase una pizca de
sensibilidad de Pedro Guerra, una mirada huidiza y pícara del primer Dylan, un
chorrito a partes iguales del extremo lolailo del Lichis, Macaco, Bebe, Manu y
Albert Pla. Agítese bien. Sírvase con cuidado sobre una cucharilla previamente
enfriada sobre la clarividencia de Lennon, pausadamente sobre una copa
caramelizada de ingenuidad y desparpajo a parte iguales. Para aromatizar, unas
rodajas generosas de poesía y rebeldía, todo ello mezclado al final con una
espuma de felicidad y descaro. Derrámese sobre un escenario con una guitarra y
un micro, y el resultado es un Pedro Pastor.
Un cantautor hermoso que ha entendido
el mundo antes de cumplir 20 años, edad en la que aún no se ha roto el cordón
umbilical en la mayoría de los mortales. Un artista luminoso que te hace creer
que ese mundo raro puede tener arreglo, aunque hayamos repetido muchas veces
antes que ya no había remedio. Un compositor, un rapero con guitarra que viene
al pelo para eliminar frustraciones. Un chaval único que no ha dado aún ni la
mitad del enorme potencial que atesora. Un tesoro en bruto, una mina por
explotar. Un volcán imparable que nos va a mojar a todos en su lava, que es
ardiente pero no doliente. El tsunami de la nueva canción de autor en España.
El futuro es nuestro, otra vez, gracias a él.
Fernando íñiguez
¿Crees que los jóvenes tienen la obligación moral de
cambiar la sociedad para tener un futuro mejor?
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