Hasta el
siglo XVII los actores sólo podían ser hombres, ya que se consideraba algo de
mal gusto que una mujer actuase en un escenario. Así, en la época de Shakespeare los papeles femeninos eran interpretados por hombres o por muchachos
jóvenes, y no fue hasta el período de los teatros de Venecia donde se produjo
el cambio que permitió a las mujeres realizar interpretaciones teatrales. Desde
entonces y hasta ahora, cuando una actriz o cantante adquiere la categoría de artista
con mayúsculas y se gana el reconocimiento del público, se le pone el artículo
delante de su apellido como símbolo de honra y respeto. Tal y como fueron La Xirgu, La Callas, La Garbo… y tantas otras.
Varios
siglos tuvieron que pasar para que se incorporaran las mujeres a la política. Partiendo
de la base que ni siquiera teníamos derecho al voto y que en España fue reconocido en la Constitución de 1931, siendo la primera vez que las mujeres pudimos ejercer ese derecho en las elecciones generales de noviembre de 1933.
La primera
ministra de España y de Europa occidental fue
Federica Montseny, escritora y periodista. Dirigente de la CNT, cartera de Sanidad y Asistencia Pública (noviembre de 1936 - mayo de 1937). Esta mujer puso en marcha por primera vez en España programas de ayuda a los desfavorecidos, convirtió los orfanatos en "hogares de la infancia", creó liberatorios de prostitución" donde las prostitutas aprendían oficios, decía que “La prostitución será abolida en el momento que
las relaciones sexuales se liberen”. Intentó regular el aborto y se ocupó de los refugiados de la guerra. Ella pensaba que sus medidas eran reformistas, pero en realidad, vistas desde ahora, sencillamente eran revolucionarias.
Tuvieron que
transcurrir 47 años más para que otra mujer ocupara un puesto en el Consejo de
Ministros español, cuando Soledad Becerril fue nombrada ministra de Cultura en
1983.
Y justamente en ese año nacía Beatriz Talegón, en una España que ella creía libre, democrática e igualitaria. Sin saber
que este País tuvo un pasado oscuro que lo hizo dividirse en dos.
Nadie se imaginaba
que esta mujer la se dedicaría a la política y probablemente ni ella misma lo
sospechaba, pues en su casa no se hablaba de eso y nunca le había faltado de nada.
Pero fueron sus estudios, sus viajes y sus inquietudes, lo que la hicieron
despertar, dándose cuenta que el mundo no era lo que ella imaginaba, ni mucho
menos libre, igualitario y democrático. Fueron sus ganas de cambiarlo las que le
llevaron a adentrarse en el gremio de la política decidiendo utilizar las reglas
del juego que le proponían en ese momento: los partidos.
Secretaria
general de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas (IUSY), Beatriz Talegón no quiere que la confundan con una
socialdemócrata, ella se considera Socialista democrática pues está a favor de la revolución espontánea de las masas desde abajo para distinguirse de los socialistas autoritarios que requieren un estado de partido único.
Una mujer que
intenta mover los cimientos de su familia socialista desde dentro, que dice que
cuando se ha llegado al punto en que los que han de trabajar para todos se
preocupan más de su propio interés, mal vamos.
Una mujer enormemente
criticada porque con diez minutos de discurso consiguió que hicieran eco de su
existencia la prensa nacional e internacional.
Esta mujer la
semana pasada presentó su primer
libro: No nos avergoncéis. Se trata de
un libro generacional lleno de buenas intenciones, donde de una manera sencilla
–narrándolo en la fórmula de la serie Cuéntame cómo pasó–, expone a
sus coetáneos la realidad española desde la constitución democrática de
1931, hasta nuestros días.
Tras esa fase
inicial escribe lo que podría ser su programa político si es que algún día
decidiera crear su propio partido.
Los pasos esenciales para conseguir el cambio que necesitamos –como ella misma los llama–. Contados de una manera tan
clara que todo el mundo los suscribiría –con sus más o sus menos–, y sin
embargo sus detractores la tachan de pura idealista utópica. Como si los
creyentes en Jesucristo estuvieran esperando la llegada del Mesías y una
vez apareciera, empezaran a cuestionarle
su idealismo utópico.
Estos son algunos de los puntos que a Beatriz Talegón le parecen imprescindibles y recoge en su libro No nos avergoncéis.
· Abordar de
manera prioritaria una reforma del sistema electoral.
· Modificar la
ley de partidos para garantizar un ejercicio pleno de la democracia.
· Establecer medidas que comprometan al cumplimiento del programa electoral.
· Elección de
las candidaturas mediante primarias y listas abiertas. Un militante, un voto.
· Limitación de los mandatos, limitación de las responsabilidades.
· Exclusión en las listas de personas sentenciadas o imputadas por corrupción.
· La disciplina
de voto ha de venir desde las bases.
· Patrimonio
político transparente.
· Obligatoriedad de realizar ruedas de prensa con preguntas abiertas y accesibles a los medios
de comunicación.
· Rendición de cuentas y reprobación ciudadana de cargos a mitad de la legislatura.
· Consultas ciudadanas sobre la legislación especialmente sensible para la sociedad.
· Presupuestos verdaderamente participativos.
· Eliminación
de las retribuciones vitalicias para los miembros del gobierno.
· Creación de
una banca ética de carácter público.
· Establecimiento
de la dación en pago en todas las hipotecas, paralización de los desahucios y
revisión de las condiciones atendiendo a la realidad social.
· Combatir la impunidad de los paraísos fiscales.
· Equidad
fiscal con impuestos progresivos.
· Mayor dotación
de la Oficina Antifraude y lucha contra la evasión fiscal.
· Seguimiento y memoria de becas, subvenciones y patrocinios.
· Reducción de
los impuestos en el ámbito de la cultura.
· Establecimiento
de una renta básica para la ciudadanía.
· Desarrollo de
un plan de vivienda social y accesible para todos.
· Protección y
apoyo a la maternidad.
· Reducción de
la edad de jubilación y fomento de la incorporación de los jóvenes al mercado
laboral.
· Consulta pública
sobre la idoneidad de la monarquía parlamentaria como sistema actual de
gobierno.
· Actualizar los
acuerdos con las entidades religiosas para garantizar un Estado laico y aconfesional.
· Reducción de
los presupuestos destinados a defensa y sometimiento a consulta pública de la
intervención en conflictos internacionales.
· Garantizar la
plena independencia de los jueces y los tribunales.
· El estado ha
de asegurar fuentes de información pública veraces e imparciales.
· Preservación
y cuidado del medio ambiente.
“Es urgente
recuperar los valores y ponerlos en práctica. Sobre todo, es imprescindible que
quienes nos hicisteis creer que un mundo mejor era posible no nos avergoncéis”.
Beatriz Talegón
Yo estuve en
la presentación del libro No nos avergoncéis la semana
pasada en el Ateneo de Madrid, y me encontré a una mujer frágil,
dulce, y generosa. Con un discurso bien articulado, haciendo política desde
un punto distinto al que nos tienen acostumbrados. Sin la necesidad de gritar ni recriminar
a nadie y con intención clara de buscar soluciones que valgan a medio y a largo
plazo, no remedios inmediatos que únicamente sirven para colgarse medallas en
un solo mandato. Me sorprendió –curioso que tenga que recalcar esto–, la buena educación,
la no necesidad de insultar a unos y a otros, haciendo de la política un patio
de colegio.
Al igual que Federica Montseny hizo realidad algunas de las utopías en las que creyó aunque fuera por un espacio corto de
tiempo, te reto a ti Beatriz a que a tú también lo intentes y ya lo puedes hacer
bien porque tengo puesta mi confianza en ti. Y dile a todos tus compañeros de
la IUSY, que no nos avergoncéis. Y si
lo consigues te habrás ganado mi reconocimiento y para mí serás siempre: La
Talegón.
¿Creéis realmente que un
mundo más justo es posible?
No hay comentarios:
Publicar un comentario