Desde que
publiqué MISs tupper SEX, tuve que ponerme al día con la literatura
erótica para ver quienes iban a ser sus compañeros de tienda y estantería. Descubrí
que había mucha producción y que la mayoría de las autoras no eran españolas. Eso
me hizo vislumbrar una veta clara donde picar y me puse manos a la obra.
De todos los libros
que leí, salvo de la quema La doble vida de Gwendolynne Price. En él, la
escritora Portia de Costa te ofrece un relato erótico pero con
distinto planteamiento.
El resto de las novelas me agredieron
directamente por lo machista de sus historias –hombre guapo y con dinero enamora
a la protagonista, normalmente una jovencita incauta, y la somete a todos sus delirios
sexuales–. Me planteé cual era el verdadero problema que subyace en todo esto y
porqué entonces habían tenido tanto éxito sus lecturas.
Llegué a la
conclusión de que la mayoría de las mujeres siguen teniendo la necesidad de
encontrar a su príncipe azul. Por mucho que hayamos avanzado, nos siguen apareciendo
los fantasmas de una educación pasada, sexista y desigual.
Lo que me
resultó curioso es que pensaba que a esta altura de la evolución humana, las
mujeres ya no veían en los hombres su tabla de salvación, su fuente de
ingresos, o su necesidad de ser protegidas. Pero resulta que sí, que todavía muchas
de ellas siguen enamoradas del amor sublimado y se siguen viendo como la
actriz protagonista de esa película de princesas y lujo que nos contaron a
todas las niñas donde, inexorablemente, terminaban con un beso y viviendo en el
castillo del príncipe.
Las mujeres debemos
ser más artistas y aprender a utilizar la sexualidad para nuestro propio
disfrute y no para estar al servicio de nadie.
Mientras las
relaciones de pareja no se encaren desde la igualdad, seguirán apareciendo
episodios de maltrato, porque la violencia se asienta en la desigualdad.
Un poco más abajo os pongo un texto que escribí para mi espectáculo PILATES: 4 Mujeres,
4 Causas, donde explico cuáles son los ciclos del
maltrato y lo fácil que es entrar en esa espiral de la violencia de género. Así
que olvidémonos de los cuentos de hadas y pasemos al mundo real. La mujer
debe tomar la iniciativa tanto profesional como personalmente y aprender a identificar
el control que ejercen sus parejas
sobre ellas, aunque se lo vendan como un plus del amor. Nosotras tenemos la responsabilidad
sobre nuestra felicidad, así que debemos aprender a llevar las riendas de
nuestras relaciones sentimentales y de nuestras vidas.
CICLOS DEL
MALTRATO
Madrid-22-febrero-09
Querida
amiga:
Hace tanto
que no hablamos, que ni siquiera sé cómo ponerte al corriente de mi vida.
Me da
vergüenza confesar lo que me está pasando y sin embargo, sé que tengo que
hacerlo si no quiero terminar como otras tantas mujeres que no pudieron romper
ese silencio.
Verás,
hace 4 años conocí a un hombre maravilloso del que me quedé completamente
enamorada.
Se
preocupaba por mí, cosa que nunca nadie había hecho antes. Así que en pocos
meses nos casamos. Durante todo este tiempo siempre estaba pendiente de mí. Me
llamaba a todas horas para ver cómo me encontraba, enseguida se daba cuenta de
las amigas que me tenían envidia y que no me convenían, me asesoraba en la manera
de vestir para que nadie se metiera conmigo, hacía de mi chofer para que yo no
me agobiara, y solucionaba todos mis problemas laborales, administrativos,
económicos…
Él tenía
un sentido especial para saber quien nos aportaba algo interesante y quien no,
así que era él, el que decidía con quien salíamos y cuándo.
Poco a
poco me fui distanciando de mis amigas, de mi familia, de mis compañeras de
trabajo…Ya sólo existíamos nosotros.
Hasta que
un día llegó el momento ansiado por los dos y me quedé embarazada. A partir de
entonces, me cuidaba y no me dejaba hacer nada para que no me cansara, incluso
me sugirió que dejara de trabajar, porque el estrés era muy malo para el
embarazo, y por supuesto del
gimnasio ni hablar, si no quería maltratar a mi hijo.
Me dijo que
no me preocupara por el dinero que él ganaba suficiente para los tres. Y así lo
hice, a partir de aquel momento ya no tuve con quien contrastar su discurso, yo
hablaba por su boca y tenía sus mismos razonamientos. Entre el cansancio físico
del embarazo y los miedos que me había ido generando, yo ya no sabía hacer
nada. De hecho me sentía una inútil, pero tampoco tenía fuerzas para
solucionarlo.
Cuando la
niña nació, le comenté que quería volver a trabajar y empezó a meterme en la
cabeza la idea de ser una mala madre si abandonaba a mi hija ahora, con lo
pequeña que era.
Insistía
en que con el dinero que ganaba era suficiente y que yo no tenía necesidad
alguna de moverme de mi casa.
Poco a
poco empecé a perder la confianza en mí misma, comencé a tener crisis de
ansiedad y mi autoestima cogió un camino vertiginoso hacia el fondo del saco. (Pausa
de transición…)
A los
pocos meses yo estaba completamente anulada y entonces él empezó a insultarme.
Al principio eran pequeñas cosas como “que torpe eres”, “no sirves para nada”,
“y tú que sabrás”. Tanto lo decía que las incorporé a mi propio lenguaje, ahora
era yo misma la que decía “como soy tan torpe…”, “no sirvo para esto”, “no
puedo hablar porque no sé de eso”…
Cuando
pensaba en volver a trabajar, me decía que ¿quién contrataría a alguien como
yo?, si en realidad no sabía hacer nada.
El caso es
que una cosa fue llevando a la otra y los insultos y gritos cada vez eran más
fuertes. Ya ni siquiera se cortaba si la niña estaba delante, incluso le decía
cosas como “mamá quiere abandonarte para ir a trabajar de puta por ahí”, o
“mira la falda que lleva mamá, eso solamente lo llevan las guarras, pero si se
le ve el chocho”, y se reía mientras lo decía, “¿sabes que mamá tuvo un montón
de novios antes de que tú nacieras?, y ahora mírala, ya no sabe ni hacer eso
bien”.
Un día
llenándome de fuerza, le dije que quería el divorcio, y se rió en mi cara, me
contestó que ¿a dónde pensaba ir y con quién?, y ¿con qué dinero? ah, y por
supuesto a la niña no me la llevaba, que los juzgados ahora están dando la
custodia a los padres, cuando la madre no tiene donde caerse muerta y encima
tiene problemas psicológicos, y además que ¿cómo iba a pagar al abogado?, como
no me lo tirara…, claro que eso podía hacerlo porque como era una puta.
Así que
por temor a quedarme sin mi niña decidí aguantar un poco más. Entonces fue
peor, él se envalentonó entendió que le necesitaba y me convirtió en su criada
y esclava sexual.
Cuando me
quejaba, me decía “vete, coge la puerta y vete, si estoy deseando que te vayas,
a ver que haces con tu vida”, si hasta tú familia sabe que yo soy el único que
trabaja y que ingresa dinero en esta casa, que tú eres una vaga y una guarra. Y
me gritaba “que lo hagas”, “pero la niña se queda”.
Efectivamente,
yo no sabía donde ir, para ese momento ya no tenía ni amigos, y a mi familia me
daba vergüenza contarles lo que estaba pasando porque en el fondo, yo creía que
todo aquello me lo merecía y que yo era todas esas cosas horribles que él me
decía.
El miedo
se fue apoderando de mí y llegó un momento en que me olvidé del ser humano que
fui una vez.
En cada
renuncio mío, él se crecía más. Si la sopa estaba fría tiraba de la punta del
mantel y salían todos los platos por los aires, después me pegaba un empujón
obligando a arrodillarme en el suelo para que lo recogiera todo, y me decía
“recoge toda esta mierda, que es para lo único que sirves”.
Así se
fueron sucediendo los meses con diferentes episodios de esa naturaleza. Un vez
durante la comida tuve que esquivar un cuchillo que me lanzó a la cara porque
no le gustó el menú del día, y me decía “te voy a matar, ándate tonta y un día
te mato, por tonta”.
Yo, ya,
con tal de no hacerle enfadar, hacía cualquier cosa que me pidiera.
Y entonces
empezaron las palizas, que se fueron sucediendo una tras otra con el mínimo
pretexto. Y eso que no bebía nada, que se enorgullecía de ser abstemio, ¡menos
mal! (Pausa de transición...)
Ayer no
pude aguantar más y me escapé. Salí corriendo. He estado secuestrada en mi
propia casa y ahora solo necesitaba respirar aire fresco. Me armé de valor y
fui a la comisaría más próxima, me hicieron un montón de preguntas, para muchas
de ellas ni siquiera tenía respuesta. Después de redactar la denuncia, me
dijeron que volviera a mi casa, que ya le llegaría una orden judicial.
Estuve
vagabundeando durante no sé cuanto tiempo y solo de pensar en volver, se me
abrían las entrañas. Sabía que cuando se enterara que le había denunciado, me
mataría. No me atrevía a regresar a casa y quise acabar con mi vida. Sólo se me
ocurrió ir al hotel donde habíamos sido tan felices mientras fuimos novios y
siempre hablábamos de volver para hacer “escapaditas”, estaba bastante cerca y
no me pedirían el dinero por adelantado. (Pausa de transición…)
Pero
ahora, después de unos momentos de libertad, he pensado que quiero recuperar mi
vida y tú siempre fuiste mi mejor amiga y se que podrás entenderme y ayudarme.
Por favor
ponte en contacto conmigo.
Un beso.
(Corte
total de la música, toda la escena se queda congelada).
Esta carta
se encontró en el bolso de una mujer que yacía en la cama de una habitación de
hotel, asesinada con ocho puñaladas.
Según el
certificado del forense, llevaba 2 días muerta y esta carta nunca llegó a su
destinataria.
Y ahora la pregunta de la semana:
¿Te has sentido alguna vez maltratada en alguna de las fases del ciclo?
Estoy de acuerdo en que la literatura erótica reproduce mayoritariamente modelos machistas (al menos en lo que he tenido oportunidad de ojear). Curiosamente los últimos éxitos editoriales de libros dirigidos a mujeres seguían manteniendo esquemas de sumisión y sometimiento ante las exigencias del hombre y no aparecía el intercambio de roles. Da para pensar que hayan tenido tanto éxito entre mujeres: significa que el prototipo sexual, como el príncipe azul en el amor, todavía se mantiene.
ResponderEliminarPues habrá que seguir trabajando para romper esos moldes, ¿no te parece?
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