Segontia,
es el nombre que se le daba antiguamente a la ciudad de Sigüenza, desde los
celtíberos a los romanos, y significa “La que domina el valle”. De hecho su
gentilicio sigue siendo: seguntinos y seguntinas. Llegada la irrupción de los árabes, esta ciudad hubo de someterse por
capitulación, pero conservó, sin embargo la dignidad episcopal; y de ahí data
la primera constancia que se tiene en papel de su nombre moderno, donde San
Eulogio escribiendo al Sr. Obispo de Pamplona, en el año 851, le decía, que
había pasado por Sigüenza.
La ciudad medieval nació con
la expansión agrícola iniciada en el siglo XI que generó prosperidad económica
y favoreció los intercambios comerciales, que se realizaban en núcleos urbanos
ya existentes, aunque despoblados desde el fin del Imperio Romano.
Tras la Edad media –que
abarcó un periodo de más de mil años, entre los siglos V y XV–, llegó el Renacimiento
que planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano.
Sigüenza entró de lleno en
esta nueva etapa aunque hoy en dia sigue conservando su aspecto de Ciudad
Medieval.
La muerte de un joven aristócrata y militar: Martín
Vázquez de Arce (1461-1486), hace que su padre –secretario de la poderosa
familia Mendoza–, mandara construir un monumento de amor fraternal. Y en
Guadalajara en el año 1492 vio la luz El Doncel de Sigüenza –situado en una capilla de la catedral–. Se trata de la
figura de un caballero de la Orden de Santiago que lee un pequeño libro
mientras reposa recostado durante un descanso de la campaña de Granada. Es
considerado una de las mejores esculturas funerarias del mundo. Y aunque es sin duda, una de las joyas del Renacimiento
español, también es la representación máxima de la cultura medieval, por
el uso de las armas para defender la fe, la lectura para alcanzar la sabiduría
y la mirada siempre perdida en el más allá, segura residencia del alma.
El Doncel alcanzó una gran
popularidad en la época y se convirtió en el sello indiscutible de la ciudad.
Mucho ha llovido desde
entonces hasta nuestros días pero Sigüenza sigue anclada en ese pasado de
tradición donde se fomenta su arquitectura y su cultura. Para darla a conocer
la asociación de empresarios de Sigüenza, idearon un festival folk –que ya va
por su tercera edición– y lo llamaron: Segontia Folk, rememorando aquel nombre que les sigue identificando como ciudadanos
y que les lleva a las raíces de su cultura. En
Segontia Folk hay música pero también hay danza y gastronomía. La ciudad
se engalana durante una semana al año –del 17 al 23 de enero– para deleitar a
paseantes, curiosos y forasteros con el sabor de su tierra. Certamen de dulzaina y tamboril, la escuela de
folklore de Guadalajara, desfiles de cencerrones, y artistas invitados, hacen que la programación de Segontia Folk sea
una verbena continua, sin olvidar a los más pequeños, a los que se les hace una
programación alternativa para que adultos y niños puedan conciliar sus vidas disfrutando
ambos de su cultura.
En el centro de la Plaza Mayor
se hace una hoguera y a ambos lados conviven puestos de artesanos con los
chorizos de gamo y jabalí tan característicos de la zona.
Aquí os dejo el programa de
Radio 3 Tarataña –una gran tela de araña– que ya se ha convertido en un
referente del folk ibérico y que en su última emisión dedicó buena parte del
programa al concierto que ofrecieron Hexacorde con Vanesa Muela, Castijazz y
Cantigas de Sefarad, que contribuyeron al brillo del festival segontino.
¿Crees necesario recuperar la tradiciones culturales de los pueblos y ciudades de España?
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