Como si
de los actores Jim Carrey y Jeff Daniels se trataran, los ministros Lassalle
–ahora secretario de estado– y Wert, haciendo alarde de su necedad e incompetencia
se han puesto en contra de todos los profesionales a los que representan. ¿Cómo
es posible manejar una entidad donde se hace una gestión en contra de lo que se
vende?
Este curioso hecho no podría haberse dado en la
empresa privada, pues allí no habrían siquiera pasado el periodo de prueba. Sin
embargo para ser ministro no se necesita tener conocimiento especifico sobre el
sector que se va a dirigir. Además en la empresa privada la mala gestión tiene
responsabilidad civil y penal.
La reforma del Código Penal recrudece las
multas y penas de cárcel para quien oculte, destruya, dañe o realice una mala
gestión que disminuya el valor de los elementos patrimoniales. Se castigarán
los actos de gestión desleal cometidos mediante abuso o deslealtad por quien
administra el patrimonio de un tercero y le causa un perjuicio. La
acción se considerará fraudulenta cuando la administración no vaya orientada
hacia el beneficio de la sociedad, sino que se produzca en beneficio de los
administradores o de terceros.
Teniendo
en cuenta que la cultura pertenece a la ciudadanía y más ampliamente es
patrimonio de la humanidad –pues según la UNESCO la cultura permite a la
humanidad la capacidad de reflexión sobre sí mismo: a través de ella, el ser
humano discierne valores y busca nuevas significaciones–, en ese caso estarían
cometiendo delito aquellos que teniendo obligación de protegerla, incurran en
acciones que la deslegitimicen y la lleven a la bancarrota.
La
políticas del gobierno en general y las de Wert y Lassalle en particular, han
conseguido castrar a la ciudadanía el derecho al uso y disfrute de su cultura.
Han diseñado perversamente una campaña de comunicación en la que han enfrentado
a los
creadores con los
consumidores y así han favorecido a las multinacionales tecnológicas, cadenas hoteleras
y compañías telefónicas.
Cuando apareció el mal llamado Canon Digital, que
se incorporó por primera vez en la legislación española en la Ley 22/1987, de
Propiedad Intelectual, introdujo el derecho a realizar copias privadas y regulaba
una cantidad compensatoria del derecho patrimonial de autores, editores,
artistas, productores audiovisuales y fonográficos, cuando el comprador realizara
copias para uso privado.
Los
fabricantes de aparatos electrónicos capaces de grabar contenidos protegidos, tenían
que hacerse cargo de una pequeña subida para compensar a los autores de las
obras. En diciembre del 2007 se empezó a aplicar un canon a las grabadoras de
CD+DVD, MP3 y MP4, teléfonos móviles o PDA capaces de almacenar o reproducir
música. Esto provocó una gran polémica pues los fabricantes decidieron
subir el precio de venta al público y dicha compensación autoral tuvieron que
asumirla los consumidores.
En
diciembre del 2011 el Canon fue definitivamente derogado siendo
reemplazado por un nuevo pago esta vez a cargo del Estado cuyo procedimiento
está por desarrollar. Desde entonces y hasta ahora los precios de los aparatos
electrónicos no han bajado y el consumidor sigue pagando lo mismo de antes,
pero nadie se pregunta dónde están yendo a parar todos esos millones de euros
que pertenecían a los autores.
Ahora la Secretaría de Estado de Cultura
pretende hacer una nueva reforma de ley que implica una reducción cercana al 45% en el reparto de las entidades de gestión a sus socios. Esto significaría
una “expropiación forzosa” de la cultura favoreciendo nuevamente a las
multinacionales tecnológicas, cadenas hoteleras y compañías telefónicas a costa
de perjudicar a los creadores y a los consumidores en general.
La piratería, el descenso de la inversión
estatal y la subida del IVA cultural al 21% –el más alto de toda Europa–, han
sido la estocada final.
Cuando la gente se pregunta: ¿Qué es mejor la
novela o la película? Hay que contestar: la novela es más barata porque lleva
el 4% del IVA y la película el 21%.
y cuando
pregunten: ¿Quien es mejor Nacho Vidal o Calderón de la Barca? Hay que
contestar: El gobierno considera que Nacho Vidal porque la pornografía sólo
lleva el 4% de IVA, y el teatro el 21%.
Debido a la actual crisis no se pueden subir los
precios de las entradas del teatro, conciertos o cines y sin embargo ahora los
artistas tienen que ver cómo sus sueldos se reducen en un 21%. Con dicha
situación está desapareciendo la industria cultural de este país.
Lo primero que se descuenta en una entrada de
10€ –por poner un ejemplo–, es la tasa del 21% para el gobierno, convirtiéndolo
en una especie de mordida legal. Después el 4% se lo lleva la empresa que se
dedica a la gestión y desglose de venta de entradas. A partir de ese 25% menos, se empieza
a repartir: Calculemos una taquilla de cien personas –aunque la mayoría de las
veces no suele llegar a 50–. Tenemos ahora 750€, el 10% se lo llevan los de
Atrápalo y resto de agencias, el 2,3% comisiones por pago con tarjeta y otro 10%
es para SGAE. Nos hemos puesto en 582€, de esa cantidad, el teatro o empresa se
queda con el 40%, así que ahora tenemos un resultante de 350€. De ahí hay que
pagar una cantidad fija de 45€ al técnico del teatro para que ponga luz y
sonido a tu espectáculo. Ya vamos por 305€ de los cuales el manager que firmó
el contrato con el teatro, se queda un 20%. Total de una taquilla de 1000€
–cantidad improbable–, la compañía se queda 244€, para repartir entre director
y actores. Desde aquí damos las gracias a SGAE porque previamente se encargo de
cobrar un 10% para repartir entre los autores, porque si no, ese porcentaje
también lo habría absorbido algún otro intermediario, y en la cantidad final
habría que haber repartido también con el autor. Contando que a los
autores nadie les paga cuando escriben su obra y empiezan a cobrar cuando se
difunde. Así que si encima el consumidor decide piratear las obras y no pagar a
los autores, la industria cultural está abocada a la desaparición de la faz de
la tierra y sus artistas a la mendicidad.
Hay algunas salas míticas en Madrid como el
Café Central o la Sala Galileo Galilei, que están en peligro de cerrar sus
puertas, porque no estando de acuerdo con estas normas, han decidido subir el
precio de la cerveza del establecimiento para no quitarle al artista el 21% del
IVA.
Después de todo esto, cuando desde el
ministerio se intenta ensalzar a los artistas, con la boca llena de la “Marca
España” y les ofrecen premios para hacerse la foto con ellos y así pasar a la
posteridad, me extraña que les sorprenda que estos los rechacen.
Santiago Sierra Premio Nacional de Artes Plásticas en el año 2.010,
fue el primero en rechazar el galardón con sus 30.000€, apelando a su libertad
como artista y por estar en contra de:
“Un estado que participa en guerras dementes
alineado con un imperio criminal. Un estado que dona alegremente el dinero
común a la banca. Un estado empeñado en el desmontaje del estado de bienestar
en beneficio de una minoría internacional y local".
En 2.012 el escritor Javier Marías rechazó
el Premio Nacional de Narrativa, dijo que “Ojalá lo destinaran a las
bibliotecas públicas”.
En 2.013 el compositor catalán Josep Soler de 78 años, rechazó la
Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes que otorga el Gobierno español, en
señal de protesta contra la “nefasta política” del gobierno de Mariano Rajoy en
materia cultural y educativa.
“Como profesor he sufrido mucho con estos
señores que gobiernan España y que nos han engañado a todos. No están haciendo
nada de lo que prometieron y están acabando con la cultura y la educación”.
En octubre del 2.014 el músico Jordi Savall –virtuoso de la viola de
gamba, investigador y director de conjuntos con instrumentos de época–, renunció
al Premio Nacional de Música, en la modalidad de interpretación.
“La distinción procede de la principal institución
del Estado responsable del dramático desinterés y de la grave incompetencia en
la defensa y la promoción del arte y de sus creadores".
“No podemos permitir que la ignorancia y la
falta de conciencia del valor de la cultura de los responsables de las más
altas instancias del gobierno de España, erosionen impunemente el arduo trabajo
de tantos músicos, actores, bailarines, cineastas, escritores y artistas
plásticos que detentan el verdadero estandarte de la Cultura y que no merecen
sin duda alguna el trato que padecen, pues son los verdaderos protagonistas de
la identidad cultural de este país”.
En noviembre de 2.014 Isabel Steva Hernández, Colita renunció al Premio Nacional de
Fotografía por la política del Gobierno.
"Manifestarle, Sr. Wert, que proviniendo
dicho premio Nacional de Fotografía del Ministerio de Cultura, Educación y
Deportes, me veo en la obligación de rechazarlo. Ignoro donde reside este
ministerio, e incluso si existe como tal. En cualquier caso, yo no lo
conozco".
"La situación de la cultura y la educación
en España, cómo expresarlo, es de pena, vergüenza y dolor de corazón. No es
posible que exista dicho ministerio. Es una quimera. Habrá que esperar con
ilusión, otros tiempos, otras gentes, otros gobiernos, que nos devuelvan a
nosotros el orgullo y a ellos el honor”.
Aunque estoy de acuerdo con todos los discursos manifestados aquí, pienso sinceramente que en lugar de
rechazar los 30.000€ con los que en este caso está dotado el Premio Nacional de
las Artes, sería más eficiente donarlo a instituciones que estén llevando a
cabo proyectos interesantes para la cultura y que además el gobierno les haya
recortado las ayudas.
Un comité de expertos ha concedido este año el
Premio Nacional de las Músicas Actuales a la artista aragonesa Carmen París, que en lugar de rechazarlo,
piensa dar un largo discurso en contra de las políticas culturales del
gobierno. Dejando bien claro que esa dotación económica le va a servir para vivir,
porque en este país un artista está menos considerado que una cajera de
supermercado. Y agradecer a este ministerio que haya permitido que un Premio
Nacional como ella, se encuentre en peligro de desahucio.
Habrá que averiguar a quienes pretenden
beneficiar o en qué pretenden invertir los ministros Wert y Lassalle los
recursos y presupuestos generales destinados a la cultura de este país.
“¿Crees que se puede denunciar a Wert y a
Lasalle por mala gestión, llevando a la cultura a la bancarrota y a los
artistas a la mendicidad?”
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