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lunes, 18 de mayo de 2015

HIPNIC


Un picnic es algo habitual en todo tipo de personas de cualquier clase social. Lo hacen los niños mientras juegan en el campo, también los adolescentes para darle al botellón, lo practican las familias pues les sirve de comunión entre sus miembros, los novios se declaran su amor mutuo en primavera sobre la hierva y los yoguis saludan al sol.
Este tipo de reuniones al aire libre es una idea tan antigua como el propio Ser Humano, pero que se sigue practicando generación tras generación. Si al picnic de toda la vida lo aderezamos con los ideales de Mayo del 68, lo convertiremos en un Rainbow, que no es más que una concentración de comunidades y trotamundos. El Hippie Rainbow Village hace congregaciones masivas en diferentes ciudades del mundo, y reúne gente de todas las nacionalidades, que se juntan en son de paz, para disfrutar de la naturaleza a todos los niveles.
Cuando se mezclan distintos tipos de personas que hacen juntas todas estas actividades en el campo, y además añaden música en vivo, se forma un hipnic –mitad hippie, mitad picnic–.

Al igual que los deportistas se concentran al aire libre para entrenar, los músicos también necesitan un lugar de esparcimiento para crear. Tanto los unos como los otros se divierten cuando ejercen su profesión, ya que es vocacional. Por eso cuando los músicos fusionan sus ensayos en espacios abiertos, con amigos para compartir, jugar, meditar, enamorarse, darle al botellón, a la pipa de la paz y a sentirse en comunión con el entorno, generan una gran bola de amor que hace que todo cobre sentido y que lo vivan como si realmente estuvieran en la otra dimensión. Ese es el momento en que se entiende la esencia del hipnic y se afianza la idea de seguir congregando a seres humanos con la única motivación de compartir.

Cuando la vida se pone dura, sólo la gente de buena voluntad te ayudará en ese camino. Por eso cuando se reúnen muchas de estas personas, la energía que se genera es tan fuerte que se puede sentir el amor en estado puro.
Este sentimiento es el que engancha y da fuerza para seguir adelante, porque en definitiva, el amor es el motor que hace que el mundo se mueva.
Los artífices de estas quedadas en la sierra de Madrid, son un puñado de músicos que llevan tiempo organizando este tipo de eventos en diferentes sitios. Uno de sus lugares preferidos, es un árbol cerca de la playa en la isla de Formentera, donde no solamente se da cita el hipnic, sino que incluso parte de los que allí se congregan llegan a vivir en el árbol mismo.

Lucas (Pez  Mago) es uno de los impulsores de esta lúdico–festiva actividad, que empezó organizándose en una pradera del pueblo madrileño de Brunete, y continuó haciéndolo en el municipio de Valdemorillo. Este músico no está sólo en su cruzada, le acompañan otros tantos que le secundan todas sus iniciativas: El presentador del programa musical de Radio3 Tarataña, el cantautor Diego Montoto, el clarinetista Joshua Díaz, el multi–instrumentista Paul Castejón, el cantante Nacho Taboada, y otros tantos músicos más.
Cuando todo está corrupto en la sociedad y la mayoría de la gente contaminada de toda la negatividad que se respira diariamente, aún quedan reductos como este donde todavía se puede respirar energía blanca llena de amor y solidaridad.

¿Opinas que estas reuniones ayudan a la humanidad a confiar?

lunes, 11 de mayo de 2015

INCONFORMISMO


ROBBIE K. JONES

INCONFORME: Hostil a lo establecido en el orden político, social, moral, estético, etc.
La cultura inconformista o hipster como viene a llamarse por su acepción en inglés, es una subcultura asociada en mayor medida con la música independiente. Se caracteriza por una sensibilidad variada, alejada de las corrientes culturales predominantes (mainstream) y afín a estilos de vida alternativos. Las personas que pertenecen a esta corriente urbana, son los nuevos «bohemios» y se definen como los «antimoda». De hecho ningún hipster reconoce serlo, porque la base de este movimiento es: no estar de moda. Evitan las etiquetas y ser etiquetados, sin embargo, todo ellos visten lo mismo, actúan igual y se conforman en su, no conformidad. Suelen ser gente joven, principalmente de raza blanca, personas delgadas, urbanas, enraizadas en las clases medias o altas y en su mayoría viven en el centro de la ciudad. Les gusta la música experimental –que escuchan en elepés de vinilo–, el cine independiente o cualquier otra forma de cultura no mainstream. Su indumentaria está sacada de ventas de saldos y es ropa vintage o de segunda mano. Se alimentan con comida orgánica, incluso vegetariana y beben cerveza artesanal. Escuchan la radio pública y eligen cualquier tipo de consumo que no sea el habitual. Suelen frecuentar cafés culturales, bares pequeños o restaurantes acogedores a los que algunos de ellos acuden en bicicletas de piñón fijo. Usan cámaras analógicas o polaroid, reciclan y reutilizan casi todo. Sus áreas de trabajo son las creativas, humanas o tecnológicas. Disponen de aparatos electrónicos de última generación y pertenecen a la secta Apple, aunque esto les ocasione un conflicto con sus principios. Están continuamente conectados a internet y utilizan las redes sociales para comunicarse.
A los hombres se les distingue fácilmente por sus pobladas barbas, sus gafas de pasta –a veces sin cristales–, pantalones pitillo y un gorrito de lana que acostumbran a llevar prácticamente todo el año. Pero aparte de su indumentaria, los y las hipsters suelen estar bien formados en relación a las artes liberales, artes gráficas, matemáticas o ciencias. Son universitarios, leen mucho y utilizan más el lado derecho de su cerebro que el resto de la sociedad, por lo tanto, muchos hipsters eligen su carrera en el ámbito de la música, el arte o la moda.


Este es el caso del músico estadounidense afincado en España desde 1999, Robbie K Jones –pronunciado cajones–, se hace llamar así porque su principal instrumento –de todos los que conoce a fondo–, es el cajón.
Aunque como buen hipster, Robbie no quiere etiquetarse, por eso nunca reconocerá pertenecer a esta tribu urbana y por la misma razón, tampoco le gusta etiquetar el tipo de música que hace. Él toca de todo, de hecho podemos verle actuar las noches de los jueves en El Taller de Cerveza Artesanal que hay en el pueblo Los Molinos, de la sierra noroeste de Madrid. Allí se reparte entre la percusión y el banjo junto a una bajista, un violinista y un flautista, para deleitar a los vecinos y vecinas de esta localidad madrileña que acuden semana tras semana a disfrutar –bailando y coreando–, de las jam session que  lidera este músico Estadounidense.

Robbie K Jones nació en Ohio y allí estudió música. Es un multi-instrumentista que se especializa en lo étnico con la percusión y el banjo de cinco cuerdas. Su estudio ha estado enfocado fundamentalmente al desarrollo de las técnicas del cajón para músicas populares, como el flamenco, bluegrass, jazz Manouche o la música peruana. También trabaja de actor, cantante y presentador de funciones teatrales. Robbie es el showman de proyectos como La Banda DelSoplo, La Familia Scalofrini y Pikalyboo.


Jones también ejerce de profesor dando clases de percusión y de teatro clásico en Teatro Tespis, incluso presenta obras infantiles como Funky Topo Trío.
Sus proyectos musicales son Track Dogs, Finis Terrae y Balbarda, que le han llevado a actuar por toda España, Europa y EEUU.
Ahora tiene un nuevo proyecto musical: Potato Monsters de música americana y celta.
Robbie ha salido de la urbe para unirse al nutrido grupo de profesionales free lance –la mayoría artistas– que están viviendo en la sierra de Madrid, creando entre todos un nuevo distrito alternativo, como si del Williamsburg neoyorkino se tratara.
Esperemos que este músico inconformista siga pidiéndole a la vida cosas nuevas, para que de esta manera, nosotros podamos seguir disfrutando de sus creaciones.


¿Piensas que el inconformismo debe estar inherente en la personalidad del artista?