El centro histórico de Cartagena de Indias se
ha convertido en un parque temático que mira única y exclusivamente a su
turismo. Los precios son desorbitados –una cerveza 4€–, y eso hace que los
cartageneros no puedan disfrutar de su maravillosa ciudad colonial, salvo
haciendo botellón por sus calles –actividad permitida en todo Cartagena–.
El
gobierno no cobra impuestos a los comerciantes que se encargan de mantener en
perfecto estado de revista sus fachadas, encalándolas o pintándolas en vivos
colores, consiguiendo de esta forma que las calles estén impolutas y que todo
parezca un decorado de película.
Esta ciudad amurallada es patrimonio de la
humanidad, y prácticamente nadie puede permitirse vivir allí, salvo Enrique
Iglesias –bastante querido de sus convecinos, por cierto– y algún que otro adinerado personaje más. Los edificios y conventos coloniales albergan hoteles
de lujo y universidades públicas. El resto son restaurantes, tiendas y cajas de
cambio que ayudan a pasar unos días maravillosos a cualquier curioso que se
acerca por allí.
Los
cartageneros trabajan en la ciudad amurallada para dar servicio a los miles de
extranjeros que diariamente llegan de todas partes del mundo. Sus trabajos son
de: guías, tenderos, puestos ambulantes, vendedores de minutos –personas que
alquilan su móvil por llamadas– conductores de coches de caballos y todo tipo
de ofrecimientos callejeros que se te puedan ocurrir. Existen hasta seis
estratos sociales entre la población, y estos no se mezclan entre si. Viven en barrios
bien diferenciados, donde si no viajas en un autobús regular –las chivas han
quedado sólo para el turismo–, puede que nunca sepas que existen.
La Matuna es un barrio pegado a la ciudad
amurallada pero al estar extramuros ya se hace visible el tipo de vida y
lugares que frecuentan los propios cartageneros.
Getsemaní, separado del casco histórico por el
Parque del Centenario, es su prolongación. Aunque se encuentra ubicado fuera de
la ciudad amurallada se considera también parte del centro. Este es un barrio bohemio
y de artistas donde las fachadas sirven de lienzo para dibujos y trampantojos que
hacen las delicias del visitante. Por la noche la Plaza de la Trinidad es el
lugar perfecto para salir a cenar y tomar una copa, donde además de compartir calles
y restaurantes con los turistas, también es lugar de encuentro para jóvenes cartageneros
que salen a disfrutar de su ciudad. Cientos de personas se dan cita en el
centro cultural auto gestionado Ciudad Móvil,
un recinto donde se puede comer, tomar copas, bailar o asistir a un evento
musical o teatral. Pues dispone de espacio multiusos y jardín, donde a la brisa
de la noche se puede escuchar buena música en vivo, de cualquier rincón del
mundo. Una selecta programación cultural hecha por los socios/gestores que ponen
a disposición del público algo diferente para las noches cartageneras.
En el barrio de Manga viven lo que podría
considerarse en España la clase media. Esta isla comunicada por puentes con el
resto de la ciudad está llena de pisos y urbanizaciones donde las casas de varias
plantas, adosadas a otras son la tónica general. En este lugar está el paseo
marítimo y puerto deportivo, pero la mayor parte es de uso privado y se
encuentra cerrado al público. Así que su disfrute como en casi toda Cartagena, es
sólo para unos pocos.
Crespo es una zona cercana al aeropuerto, con
casas unifamiliares y algún bloque de apartamentos construido a lo largo de la
Avenida de Santander –mítico malecón, cerrado por obras–. Sus vistas al mar y su
gigantesca playa –punto esencial de este barrio residencial ahora decadente–,
desaparecerán a la finalización del proyecto de construcción del puente y túnel
para tráfico rodado, dejando al barrio aislado y separado del mar.
El Cerro de la Popa, es un monte con un
convento en su cima desde donde se tienen las mejores vistas de Cartagena de
Indias. A su pie se haya un barrio deprimido de gente humilde, donde una
familia de actores colombianos llevan la educación cultural de la zona. Ellos han
conseguido abrir Caza Teatro.
Una sala alternativa de teatro con la que dan cabida a sus propias funciones y la
posibilidad de que otras compañías autóctonas y foráneas se den a conocer. Los viernes
programan cine y los sábados teatro, después de cada sesión se abre un foro de
preguntas y respuestas. Esta sala acogió mi monólogo MISS TUPPER SEX, el sábado
6 de noviembre del 2014. A día de hoy, se pueden comprar allí los libros del
espectáculo, dando facilidad a la difusión de la cultura local y extranjera.
Bocagrande, edificado al estilo de Benidorm en
España, es una inmensa playa en donde se han construido torres altísimas para
albergar hoteles y resorts multinacionales. Aparte de los turistas, allí se han
afincado los extranjeros propietarios de restaurantes u otro tipo de negocios
enfocados de cara al turismo.
En esta ciudad de contrastes, se hayan las
mejores playas del mundo: Playa Blanca en la isla Barú es un claro ejemplo de
la finísima arena en el mar Caribe. A esta playa llegan miles de turistas diariamente
por medio de botes y lanchas motoras que se contratan en el propio puerto de la
cuidad amurallada. A mitad de camino, en la inmensidad del océano hacen un alto
los barcos para dejar que los vendedores de ceviche u otras formas de hacer el
pescado, puedan ofrecérselo directamente a los turistas en alta mar.
Al llegar
a la finísima arena, una fila inmensa de carpas de plástico para quitar el sol,
te está esperando. En segunda línea, los restaurantes/merenderos son el lugar
perfecto para comer el pescado del día. Tan sólo una línea más, separa los
restaurantes de la extrema pobreza donde viven todos los cartageneros del estrato
social más bajo. Su trabajo diario consiste en acosar al turista, como si de
una hucha con patas se tratara. Te pueden pedir 10€ por un masaje o por venderte
un sombrero, un pareo, artesanía local, una bebida, fruta, jugos, comida, etc. Incluso
utilizar los aseos cuesta unas monedas.
La única manera de poder disfrutar de este tipo
de playas paradisiacas llenas de palmeras, es ir a las Islas del Rosario, en
donde se han edificado los hoteles de súper lujo, aunque tan sólo el turismo
adinerado puede llegar hasta allí.
La otra opción es la Playa de La Boquilla,
dentro de la misma ciudad y frecuentada por los propios colombianos, los cuales
no necesitan una playa tan fina ni un mar tan cristalino, para disfrutar de la
belleza natural que tiene esta ciudad. Porque es igual de agradable el baño y el
sol, pudiendo también negociar el pescado del día que te vas a comer.
Al norte de la ciudad están construyendo un complejo
de súper lujo; Barcelona de Indias,
para que los multimillonarios puedan tener aquí sus mansiones rodeadas de
parques y con vistas al mar a tan sólo veinte minutos del casco histórico y
lindando con una de las zonas más pobres de Cartagena de Indias.
Así es esta ciudad, hecha para los que tienen plata, mientras que a sus verdaderos
dueños sólo se les permite soñar que algún día puedan disfrutarla.
¿Qué otras ciudades piensas que son como un
parque temático?
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