Qué tienen los premios que todo el mundo quiere
ganar uno? ¿Es la necesidad egocéntrica del reconocimiento popular, o se trata
de demostrar a los demás que eres el mejor, aunque pienses lo contrario?
En todas las profesiones hay premios anuales, y
ahora que estamos a final de año, se empiezan a perfilar los candidatos a
conseguirlos. Hasta en los restaurantes de comida rápida, distinguen al
empleado del mes y ponen su foto en el tablón de los elegidos.
¿Pero porqué ese culto al premio? ¿Qué es lo
que pensamos vamos a sentir al obtenerlo, para que seamos capaces de cualquier
cosa, con tal de llevarnos una estatuilla a casa?
Los premios sirven para sentirnos acariciados
por el lomo como seres especiales y así calmar la necesidad de ser valorados. Los
humanos anhelamos esas dosis de autoestima que nos permitan cerciorarnos de
quienes somos y de tener un idea aproximada de cuanto valemos. Porque para
valorarte tu mismo, necesitas que los demás lo hagan primero.
Los premios son la confrontación de cómo te ven
los otros y la posibilidad de pasar a la historia por tu obra.
Yo voy a hablar de lo que conozco, de los
premios que tienen que ver con los artistas. Pues debido a la inseguridad que
provoca esta profesión, los hemos convertido en vara de medir la calidad interpretativa
de actores y actrices, aunque estemos convencidos de que no son todos los que
están y no están todos los que son.
Los Premios de la Unión de Actores de Madrid, son
el fiel reflejo de lo que hablamos, considerados los galardones más narcisistas
y endogámicos, pues solamente se premian a los interpretes y cada año votamos
entre compañeros decidiendo quien ha sido el mejor o la mejor entre las diferentes
categorías que existen. Teniendo en cuenta que previamente cada actor o actriz
ha tenido que haberse inscrito con su trabajo en la web de los premios, pues de
no ser así, no podrá ser votado.
¿Pero es suficiente tener talento para ganar uno
de ellos?
Definitivamente no, aunque es mucho más difícil
conseguirlos si careces de él.
¿Y si no es así, entonces quienes alcanzan el
galardón?
Las
personas que logran mostrar su obra a mucha gente con derecho a voto y
consiguen convencerles que votarles es lo mejor que les puede suceder.
¿Y quien tiene esa capacidad de convicción?
Hay artistas que la tienen pero es mucho mejor
dejarlo en manos de los profesionales de la promoción.
Conclusión: marketing, marketing y más
marketing.
Bigas Lunas lo explica perfectamente en su
película Didi Hollywood.
El que tenga las artes del buen vendedor tendrá
más posibilidades de llevarse el gato al agua. Existen una serie de reglas del
juego no escritas que si eres capaz de seguirlas al pie de la letra tienes el
noventa por ciento ganado.
Entrevista a Harvey Weinstein
Penélope Cruz en su discurso de la Gala de los
Oscar agradece a Pedro Almodóvar, Bigas Luna, Fernando Trueba y Harvey Weinstein
por ayudarle a conseguirlo. Todos conocemos a los cineastas citados, ¿pero
quien es Harvey Weinstein?
Harvey Weinstein; productor, judío y neoyorkino
es un magnate creador de estrellas, capaz de conseguir la mayor cantidad de
estatuillas, hasta el punto que la Academia de Hollywood, cambió sus reglas
para borrar la idea de que es posible comprar un Oscar.
Harvey organiza cenas con los miembros jubilados con derecho a voto y presenta sus películas y estrellas para que las
conozcan y les “seduce” pidiéndoles el voto. Hasta el presidente Obama cena en casa de Weinstein.
En España la cosa no es tan exagerada, pero
también hay unas normas. Porque por muy bueno que sea tu espectáculo, si la
gente que vota no lo ha visto, date por olvidado en las urnas.
Lo primero que hay que conseguir es que la
mayoría de los miembros con derecho a voto vean tu trabajo, y el lograrlo se ha
convertido en uno de los retos de cualquier productor que quiera sacar adelante
su película en los Goya, o su obra de teatro en los MAX.
Porque decimos que el ego de los artistas es lo
que les lleva a querer ganar un premio, pero en el caso de los productores lo
único que persiguen es la taquilla. Ellos se inventan mil y una triquiñuelas, para
llevarse la mayor cantidad de galardones y así ganar espectadores.
Los productores son los que deciden qué actores
o actrices podrán ser votados y en qué categorías de los Premios Goya, para que
no se hagan competencia entre ellos en la misma película y así no dispersar los
votos. Es decir que aunque trabajes en una obra audiovisual –salvo que seas el
protagonista–, puede ser que la productora decida presentar a una actriz o actor
concreto para el premio de reparto o revelación, y que sin saberlo, no tengas
ninguna opción de salir nominado.
¿Pero cuando fue la primera vez que esa
necesidad humana egocéntrica e individual, se convirtió en un escaparate al
mundo como si de una feria de muestras se tratara?
El año 1929 fue la primera vez que se
celebraron los Premios Oscar en un almuerzo privado en un hotel de Hollywood.
En 1987 se hicieron los primeros Premios Goya
en el Teatro Lope de Vega de Madrid.
En 1991 se crean los Premios Unión de Actores
de Madrid. Originalmente sólo se reconocían los trabajos de los intérpretes
protagonistas y secundarios, sin distinguir entre actores y actrices.
Y en 1998 fueron creados los premios MAX por la
SGAE con el fin de premiar y reconocer la labor de los profesionales y la
calidad de las producciones más destacadas del año en el ámbito de las Artes
Escénicas.
Mucho ha llovido desde entonces pero hoy por
hoy, las ceremonias se han convertido en una celebración larga y aburrida donde
los únicos que tienen alta la adrenalina, son los artistas que con sus cinco
minutos de gloria, elaboran discursos repetitivos de agradecimientos privados
que hacen públicos, en los que por una única vez en la vida consiguen sentirse
mejores personas diciendo todo lo que quieren y valoran a sus familiares.
Y a la par, se ha convertido en un escaparate
de diseñadores y en un mercado de producciones, para conseguir a través del
glamour de sus estrellas llevar a la gente a las taquillas. Nada sencillo por otro
lado, en un país donde el propio Ministro de Cultura denosta la producción
propia y sube los impuestos a la cultura considerándolo un artículo de lujo
más, sólo apto para los que tienen dinero y así volver a la vieja costumbre de quitar
al pueblo su propia riqueza, como es la cultura.
Pues como así están las cosas, yo estoy segura
de no conseguir ninguna nominación por mi espectáculo MISS TUPPER SEX,
representado en el Teatro Alfil de Madrid. Ya que soy consciente que nadie de los
que votan han ido a verlo.
Sin embargo este año iré a la Gala de los Goya
vestida con un modelo exclusivo, confeccionado para la ocasión por una jovencísima
diseñadora gallega, que busca la oportunidad de dar a conocer su trabajo. Ella
se llama María Viqueira y tan solo tiene 26 años.
¡Apoyémonos los unos a los otros!
Nos vemos en Los Goya.
¿Qué serías capaz de hacer para ganar un Oscar?
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