Un picnic es algo habitual en todo tipo de personas de cualquier
clase social. Lo hacen los niños mientras juegan en el campo, también los
adolescentes para darle al botellón, lo practican las familias pues les sirve
de comunión entre sus miembros, los novios se declaran su amor mutuo en
primavera sobre la hierva y los yoguis saludan al sol.
Este tipo de reuniones al aire libre es una idea tan
antigua como el propio Ser Humano, pero que se sigue practicando generación
tras generación. Si al picnic de toda la vida lo aderezamos con los ideales de
Mayo del 68, lo convertiremos en un Rainbow, que no es más que una
concentración de comunidades y trotamundos. El Hippie Rainbow Village hace
congregaciones masivas en diferentes ciudades del mundo, y reúne gente de todas
las nacionalidades, que se juntan en son de paz, para disfrutar de la naturaleza
a todos los niveles.
Cuando se mezclan distintos tipos de personas que hacen juntas
todas estas actividades en el campo, y además añaden música en vivo, se forma
un hipnic –mitad hippie, mitad
picnic–.
Al igual que los deportistas se concentran al aire libre
para entrenar, los músicos también necesitan un lugar de esparcimiento para
crear. Tanto los unos como los otros se divierten cuando ejercen su profesión,
ya que es vocacional. Por eso cuando los músicos fusionan sus ensayos en
espacios abiertos, con amigos para compartir, jugar, meditar, enamorarse, darle
al botellón, a la pipa de la paz y a sentirse en comunión con el entorno, generan
una gran bola de amor que hace que todo cobre sentido y que lo vivan como si realmente
estuvieran en la otra dimensión. Ese
es el momento en que se entiende la esencia del hipnic y se afianza la idea de seguir congregando a seres humanos
con la única motivación de compartir.
Cuando la vida se pone dura, sólo la gente de buena
voluntad te ayudará en ese camino. Por eso cuando se reúnen muchas de estas
personas, la energía que se genera es tan fuerte que se puede sentir el amor en
estado puro.
Este sentimiento es el que engancha y da fuerza para
seguir adelante, porque en definitiva, el amor es el motor que hace que el
mundo se mueva.
Los artífices de estas quedadas en la sierra de Madrid, son un puñado de músicos que
llevan tiempo organizando este tipo de eventos en diferentes sitios. Uno de sus
lugares preferidos, es un árbol cerca de la playa en la isla de Formentera,
donde no solamente se da cita el hipnic, sino que incluso parte de los que allí
se congregan llegan a vivir en el árbol mismo.
Lucas (Pez Mago)
es uno de los impulsores de esta lúdico–festiva actividad, que empezó
organizándose en una pradera del pueblo madrileño de Brunete, y continuó
haciéndolo en el municipio de Valdemorillo. Este músico no está sólo en su
cruzada, le acompañan otros tantos que le secundan todas sus iniciativas: El presentador
del programa musical de Radio3 Tarataña, el cantautor Diego Montoto, el
clarinetista Joshua Díaz, el multi–instrumentista Paul Castejón, el cantante
Nacho Taboada, y otros tantos músicos más.
Cuando todo está corrupto en la sociedad y la mayoría de
la gente contaminada de toda la negatividad que se respira diariamente, aún
quedan reductos como este donde todavía se puede respirar energía blanca llena
de amor y solidaridad.
¿Opinas que estas reuniones ayudan a la humanidad a
confiar?
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