El pasado sábado 26 de
abril, a las siete de la tarde se daban cita un buen grupo de argentinos y
otros hispano-parlantes –actrices, escritoras y artistas en general–, alrededor
de un libro: La muerte del Tango, del
historiador y locutor italiano afincado en España Dimitri Papanikas. Todos
ellos se aglutinaron en la prestigiosa librería del Soho de Manhattan en Nueva
York: McNally Jackson Books. Y es que
este establecimiento es algo más que una simple librería, es un lugar de
encuentro donde entre las muchas actividades que allí se desarrollan, hay
tertulias literarias en Español, con un buen nutrido fondo de libros escritos
en lengua castellana.
El McNally Jackson Books fue el lugar
elegido para que Dimitri Papanikas –actual colaborador de Radio3 (Radio
Nacional de España), con su programa Café del Sur–, contara lo que le llevó a escribir La muerte del Tango.
En este libro, Dimitri
nos muestra la vida de un país a través de su folklore haciendo paralelismos
con otros tipos de música y cómo ha ido esta sobreviviendo a los cambios de gobiernos
y a las diferentes crisis que un pueblo puede llegar a soportar. Tal y como
reza su subtítulo : Breve historia política del tango en Argentina.
“La muerte del tango no es más que una
metáfora de un proceso político y cultural todavía activo. Es la historia de un
sueño constantemente fracasado: la edificación de una nación que hasta hoy ha
existido solamente en las fantasías coercitivas de sus clases dirigentes. Un
lento y progresivo proceso de institucionalización estrenado por la dictadura
militar en 1976 y que, a través del aporte más o menos consciente de numerosos
artistas, intelectuales, políticos y periodistas, pasando por iniciativas como
la ‘Ley del Tango como parte integrante del Patrimonio Cultural de la Nación’
(1996) y ‘como parte integrante del Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos
Aires’ (1998) ha triunfado internacionalmente con la reciente promoción del
tango a patrimonio de la Humanidad” –Nos contaba su autor–.
El Tango nace a finales
del siglo XIX entre Montevideo en Uruguay y los arrabales de Buenos Aires y
Rosario en Argentina, como una necesidad de comunicación entre sus gentes desde
1869 hasta 1940. Y fue esta sociedad de inmigrantes la que lo hicieron posible,
pues llegaron a la Argentina ocho millones de personas procedentes de todos los
lugares de Europa. Y eso es lo que ha muerto: El Tango como necesidad de una
sociedad.
Así presentó su libro el
historiador Dimitri Papanikas (1979) quien comentó que el
título no era suyo sino del virtuoso del bandoneón Rodolfo Mederos que fue
quien creó la frase. Aunque anteriormente el escritor argentino Jorge Luís
Borges criticó en algún momento el Tango, diciendo que prefería La Milonga, que
no trasmite la melancolía del primero. Borges es autor de la letra de la
milonga (ciudadana) "Jacinto Chiclana". Y por tanto fue el
primero que dijo que el tango había muerto.
Papanikas tuvo una
agradable conversación con la escritora y profesora Portorriqueña afincada en
Nueva York: Arlene Dávila, que ya ha editado su quinto libro y numerosos
artículos sobre la política cultural en Puerto Rico, y la latinización de
Estados Unidos.
Arlene comentaba con
añoranza sus veranos en Buenos Aires. Describía cómo aprendió a bailar Tango y
explicaba que lejos de lo que se pueda pensar sobre la subordinación de la
mujer a la hora de bailar el Tango, es ella precisamente la que lleva el paso y
elige a su pareja mostrando un ligero cabeceo. De esta manera da permiso al
hombre para que se acerque y pueda así solicitarle un baile. Recordó cómo
tiempo atrás ella misma había bailado un tango con Dimitri sin saber quien era
y en este acto se volvían a encontrar. Comentaba que Dimitri –por no saber la
costumbre del cabeceo– se lo saltó a la
torera y se lanzó directamente a pedirle un baile.
Arlene tuvo palabras halagadoras
sobre La muerte del tango. Declaró que
se lo leyó de una sola vez y aconsejó su lectura, pues entiende que el tango
está ahora más vivo que nunca desde que la Unesco lo nombró patrimonio de la
humanidad el 30 de septiembre del 2008.
El acto fue moderado
por otra profesora de la universidad de Nueva York, en este caso la cubana Ana
Mª Hernández, directora de Latín, quien lleva viviendo prácticamente toda su
vida en Nueva York. Ana María quiso resaltar la figura de Dimitri, pues fue
ella precisamente quien admirada por la lectura de su libro, decidió llevarlo a
Nueva York para que lo conociera el público latino que allí reside.
La nota musical del
acto la puso el grupo de Tango El Pulpo
–fundador de Tango Factory–, con la voz de Pablo Pereyra y los dos guitarristas
que amenizaron la velada.
Tras el vino
portugués que dieron en la recepción, la
audiencia se trasladó a un bar cercano: Tango House donde este grupo musical nos deleitó con una actuación completa del
sonido incomparable y siempre vivo del Tango.
¿Crees que el Tango está muerto?
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