La
empatía es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de
ánimo de otro. Consiste en la participación emotiva de una persona en una
realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona.
Cuando se habla de empatía se hace referencia
a una habilidad tanto cognitiva como emocional del individuo, en la cual este
es capaz de ponerse en la situación emocional de otro. Es una capacidad o destreza
que se desarrolla paulatinamente a lo largo de la vida, y que mejora cuanto
mayor es el contacto que se tiene con la persona que uno empatiza.
Dicho
esto, parece muy fácil empatizar con los demás, de hecho pensamos que
habitualmente lo hacemos y que por consiguiente somos muy capaces de ponernos
en el lugar del otro. Pero la realidad es bien distinta, si utilizáramos más
veces la empatía, no discutiríamos tanto. Lo hacemos, porque no escuchamos al
que está enfrente y esta es la base de todo.
Quiero
poner varios ejemplos para que seamos
conscientes de lo poco empáticos que somos y de qué manera se puede hacer un
esfuerzo para cambiarlo.
1º–
Exigimos el sueldo a fin de mes, porque trabajamos para eso y además es nuestro
derecho.
Hasta ahí todo bien, pero cuando nos toca
trabajar en la parte administrativa y nos convertimos en pagadores, no vemos
tan importante que los demás cobren el día exacto.
En la empresa donde trabajo como
actriz me liquidan del 1 al 5 de cada mes. Normalmente lo suelen hacer con
retraso, pero además el mes pasado recibimos un email muy cariñoso de la
encargada de administración, en el que decía amablemente y con gracia, que este
mes cobraríamos a partir del día 15, porque ella se iba de vacaciones (que se
las había ganado de tanto trabajar y con estos calores…), y claro que hasta que
no volviera no podía dar la orden de las transferencias.
Esa persona no era consciente que
si no pagaba las nóminas antes de irse, esas otras personas que dependían de
ella, no podrían irse también de vacaciones. Si embargo ella habría puesto el
grito en el cielo si no le hubieran pagado a tiempo.
2º– No iríamos a trabajar ni un
solo día si no recibiéramos un salario.
Pero cuando se trata de un
autónomo, entendemos que le gusta lo que hace y pretendemos que nos lo haga de
gratis. Como por ejemplo: el informático que vive en el piso de abajo y le
pedimos que nos arregle el ordenador, el artista que conocemos y pretendemos que
nos amenice nuestras fiestas, el mecánico amigo que le invitamos a comer para
que nos mire el motor del coche. En definitiva, no entendemos que toda esa
gente también tiene su trabajo y que si no cobra, tampoco podrá pagar sus
facturas.
3º– Tenemos derecho a Seguridad
Social, pagas extras, vacaciones, días libres, etc.
Sin embargo cuando somos nosotros
los que contratamos, bien sea para la limpieza de nuestra casa o para que cuiden
a nuestros mayores, intentamos pagar lo mínimo posible, no les damos de alta en
la seguridad social y no nos parece que nuestros contratados necesiten vacaciones
pagadas, porque no les vamos a pagar por no venir a trabajar.
4º– Exigimos nuestro derecho a tener
un tiempo a media mañana para un respiro y/o comer algo.
Dependiendo del tipo de trabajo
que tengamos, tanto si es público como privado, ese tiempo para desayunar,
fumar, etc. cada día se puede alargar un poquito más, incluso a veces llega a
convertirse en una hora diaria. A eso podemos añadirle unos minutos que
llegamos tarde cada mañana, y que poco a poco puede ser hasta media hora de
retraso, más otros veinte o veinticinco minutos a la hora de la salida, en la
que ya vamos recogiendo nuestras tareas antes de que suene la campana, sumado
al tiempo que perdemos hablando con los compañeros sobre nuestro último fin de
semana o por teléfono con familiares y amigos.
Sin embargo cuando nosotros
tenemos en casa una asistenta o similar a la que pagamos por horas, no le damos
una hora para descansar ni permitimos que llegue tarde o se vaya antes, porque
eso repercute directamente en nuestro bolsillo y ahí es donde vemos claramente
que el tiempo es dinero.
5º– Nos descargamos ilegalmente
música, libros, cine, etc.
No pensamos que estemos robando,
porque es algo muy sencillo que está al alcance de cualquiera y desde la
sociedad no se molestan en emitir mensajes claros de que estés haciendo algo
malo.
Si embargo si entras en una
librería y te llevas un libro sin pagar, te sientes mal no por el autor, sino
por el librero que con ese sí que empatizas porque piensas que se lo pueden
quitar de sus sueldo y como le ves cumpliendo un horario, pues está más cerca
de tu realidad que el propio autor de la obra que estás robando.
6º– Cuando vamos en el metro y
vemos un artista actuando en los vagones, lo interpretamos como un indigente.
Al darle tan poco valor al arte
en general, hemos normalizado que los artistas sean mendigos a expensas de que
nosotros les demos una limosna.
Si entendiéramos el arte como lo
único que perdura de cada civilización, probablemente podríamos comprender que
un artista empieza a cobrar cuando su obra se difunde, que ese es su sueldo y
que si no percibe un salario, difícilmente podrá pagar sus facturas y por
consiguiente no podrá vivir de su trabajo. Le condenaremos a cambiar de oficio,
hasta que entre todos veamos el arte como algo amateur de lo que no se puede
vivir, hasta que finalmente desaparezca.
Cuando intelectualmente nos demos
cuenta que nosotros somos los que tenemos que mantener lo que nos gusta porque
si no desaparecerá, ese día cambiaremos las descargas ilegales por el
Crowdfunding de tal manera que si todos nos convertimos en productores y
pagamos por anticipado, no solamente ayudaremos a que siga existiendo el arte,
sino que evitaremos que otros roben el trabajo de los demás porque a la vez nos
estarán quitando parte de nuestros beneficios.
Una cuñada me enviaba todos los
meses un mail con una serie de archivos adjuntos de los últimos libros publicados,
para que me los descargara gratuitamente en mi Ebook. El correo lo mandaba de una manera masiva a
cientos de amigas, dando lugar a que no solamente ella cometiera esa
ilegalidad, sino que fomentaba el que otras personas también lo hicieran.
Cuando se lo afeé haciéndole ver
que si ella era lectora de alguna escritora concreta, si no pagaba su
trabajo, no lo estaba valorando en su justa medida y que de esta manera lo que
conseguía era el efecto contrario, justamente que desaparecieran los artistas
que más le gustaban. Mi cuñada me contestó que si me parecía tan mal, que yo no
lo descargara pero que ella y sus amigas harían lo que les viniera en gana. En
ese momento pensé que la palabra empatía no se encontraba en su vocabulario,
pero días más tarde en una reunión con la familia, la oí alardear de su capacidad
solidaria para con los que tienes menos.
7º– Pensamos que siempre cobramos
poco y que nos merecemos mucho más.
Cuando alguien te dice a la cara
que cobra una mierda con todas las letras, y que para lo que cobra, el jefe no
tiene derecho a pedirle que haga más trabajo y que por eso se escaquea
continuamente; yo siempre le pregunto: ¿Cuánto cobras, si no es indiscreción? Y
me contestan: 1000€, 1200€, 1400€. Me han llegado a decir: “Una mierda, 1600€”.
Entonces es cuando les digo: “¿Tú sabes lo que yo tengo que hacer para sacarme
1000€ al mes? Cada mañana cuando me levanto me pregunto: ¿cómo pagaré las
facturas esta vez? Y trabajo de lunes a domingo hasta la noche.
Está claro que las personas que
no arriesgan ni su dinero ni su tiempo, y saben que todos los finales de mes,
pase lo que pase van a tener la nómina ingresada en el banco, no son capaces de
empatizar con el resto de la gente que por el contrario tienen que buscar cada
día el jornal por si mismos.
Un ejemplo: Mi hermana tiene una
Pyme donde trabaja con una empleada solamente. Lleva diez años la chavala en la
empresa, en la que entró de becaria cobrando 700€. Cada vez fue teniendo más
responsabilidad y sueldo, hasta el día de hoy que ya cobra 1600€ y maneja toda
la empresa. Un buen día esta chica, pidió una baja por depresión y estuvo 7
meses recibiendo el sueldo íntegro de la empresa y de la Seguridad Social.
Cuando le dieron el alta, en lugar de incorporarse a su puesto de
trabajo, fue a un evento de networking anunciando que abría su propia empresa,
llevándose consigo a proveedores y clientes de la agencia de mi hermana.
Esta claro que a esta mujer nunca
se le pasó por la cabeza la palabra
empatía porque si no, jamás se hubiera sentido bien cobrando un sueldo –que
siempre le pareció pequeño– mientras robaba a la misma empresa que la pagaba,
sabiendo que se trataba de una persona sola que intentaba sacar su Pyme adelante
con todo el sacrificio del mundo en tiempos de crisis.
Tampoco pensó que estaba
estafando al estado, y por ende a todos los ciudadanos que ingresan parte de su
sueldo en impuestos, para que la Tesorería de la Seguridad Social y la Oficina
de Empleo puedan pagar a gente como ella.
Sin embargo diariamente escucho a
todo el mundo quejarse de la corrupción en la política, sin darse cuenta que
en nuestra medida todos somos corruptos y estafamos a los otros ciudadanos que
están más concienciados y no se aprovechan del resto.
El verdadero problema es que no
somos conscientes de que carecemos de empatía, y deberíamos empezar a
trabajárnoslo.
¿Crees que la corrupción es un
reflejo de nuestra cotidianidad?
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