A partir del 21 de marzo que empieza la primavera y en
cuanto sale un rayo de sol, en Madrid emergen las terrazas como si las hubieran
sembrado un conjunto de Dioses. Parece que crecieran en cada rincón de la
ciudad, un sin fin de enseres que colocados en su debido lugar, susurraran
implorando la necesidad de ser usados. Los transeúntes a su paso, escuchan el
clamor de sillas, mesas y sombrillas, y sienten la necesidad de aglutinarse a
su alrededor, hastiados de tanto frío vivido durante el invierno ya en ocaso.
Ante esa nueva imagen de la ciudad, la gente aprovecha cualquier segundo de su ajetreada
vida, para poder broncearse un poco brazos y cara, poniéndose frente al sol,
eliminando así, ese color verde aceituna que se queda en la piel cetrina por la
hibernación.
Hasta ahí todo estupendo, si no fuera porque este
síndrome post invernal genera en la ciudadanía una especie de claustrofobia,
costándoles un mundo entrar en teatros, cines, conciertos o cualquier otro
espectáculo que se desarrolle en un espacio cerrado. A partir de la primavera y
hasta bien entrado el verano, este tipo de eventos pierden totalmente su audiencia,
pues no hay manera humana de levantar al público, que estando sentados en la
misma fachada del teatro, deciden no entrar al interior del edificio para
disfrutar de la magia que suponen los espectáculos en vivo.
Pero si fuéramos capaces de dejar por un par de horas este
fenómeno tan característico de la época primaveral, haríamos otro tipo de
actividades que aún siendo también lúdicas, además son culturales.
Hay
restaurantes en los que durante o después de la cena, ofrecen espectáculos. Este
es el caso de la cadena de restauración japonesa Miss Sushi, con una cuidada imagen vintage, estos restaurantes
ofrecen un menú por 30€ donde al tiempo que disfrutas del mejor sabor de la
cocina nipona, al terminar te invitan a ver un monólogo en La Escalera de Jacob. Sala alternativa de teatro que cuenta con una
barra de bar y dos espacios donde ofrecer diferentes tipos de espectáculos.
Existe la posibilidad de pedir una copa, para que con gin tonic en mano se
pueda acceder a la sala y degustar del brebaje mientras se ve la función elegida.
En Madrid existen varios espacios con esta posibilidad de espectáculo más copa,
así tenemos el Teatro Alfil, el Teatro del barrio, el Of Latina, el Micro
teatro, etc. Salas alternativas donde igual se puede ver a un mago sacar algo
de su chistera, como disfrutar de una comedia desternillante.
La Escalera de Jacob es un claro ejemplo de esta
modalidad –teatro of Gran Vía–, situado en la emblemática calle Lavapiés de Madrid,
este espacio con años de solera dispone de hasta 38 espectáculos distintos a lo
largo de los siete días de la semana. Los sábados y domingos comienzan por la
mañana con teatro infantil –incluso para bebés–, y terminan en la hora golfa con
funciones para adultos. Hay comedias, monólogos, obras de magia, musicales, mentalismo
o improvisación, todo tiene cabida en la Escalera de Jacob. Pues sus múltiples
expresiones artísticas están concebidas para un público que busca una
alternativa a los circuitos convencionales de ocio. La clave de su éxito es la
calidad de las propuestas ya que apuestan por el talento y la continuidad de
las compañías.
Allí se desarrolla también el Festival de Cortometrajes
Cortos con Ñ –que en 2015 celebrará su sexto aniversario–, donde los
protagonistas de las películas van a las proyecciones para charlar con el público.
También hay talleres de improvisación, de actuación frente a la cámara y de folclore
español con Eliseo Parra. Un espacio abierto donde se organizan eventos para
particulares, empresas o incluso cumpleaños infantiles.
Según la Biblia, La Escalera de Jacob es una escala por
la que los ángeles ascendían y descendían del cielo, que fue vista por el
patriarca Jacob durante un sueño, tras su huida por el enfrentamiento con su
hermano Esaú. La escalera se le apareció a Jacob cuando iba huyendo, cansado y
triste. Simboliza el puente entre el Cielo y la Tierra, un nuevo vínculo entre ambas
dimensiones.
Basándose en esto, en 1990 el director británico Adrian Lyne dirigió una película estadounidense con este mismo nombre Jacob's Ladder
un psico thriller, mezclado con
elementos del cine de terror. La película se destaca por su juego con distintos
niveles de realidad.
Pues al igual que en la Biblia y en la película, este
espacio alternativo madrileño tiene una escalera que divide a las dos salas de
teatro, pudiendo ir del cielo al infierno en un abrir y cerrar de ojos y
cambiando de realidad con tan sólo subir o bajar unos cuantos peldaños.
¿Te atreves esta primavera a levantarte de la terracita
un par de horas y entrar en otra dimensión?
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