AMANTIS
Hasta hace relativamente poco, los sex-shop eran unos
locales siniestros, abigarrados de enseres y artilugios con aspecto sucio y
olor a naftalina. Sólo los hombres se atrevían a entrar, pues las mujeres
que lo hacían solían ser las strippers que trabajaban allí. Ellas bailaban en
unas cabinas a modo de escaparate y, los hombres metían monedas en una maquinita
para que se abriera la cortina y durante unos minutos, pudieran masturbarse
mientras las chicas se desnudaban ante su lasciva mirada. Cualquier otro tipo
de mujer que se acercara a esos locales, parecía que fuera buscando guerra, o
trabajo, que a esas alturas prácticamente eran una misma cosa.
Hoy en día todo esto ha cambiado y mucho. Siguen
existiendo este tipo de establecimientos, pero han proliferado otros, mucho más
modernos que son los llamados: “Tiendas Eróticas”, pues aunque en inglés se traduzca
exactamente igual, en España son otra cosa bien distinta. Se trata de negocios donde
se vende salud sexual, más cercanos a las farmacias o a las tiendas de regalos
que a los antiguos sex-shops sólo aptos para “viejos verdes”. Estos nuevos lugares
son atendidos por gente joven, con una imagen y un trato muy familiar, para que
tanto mujeres como hombres se acerquen a ellos con total naturalidad, como
simples consumidores de artículos que fomentan la sexualidad sana y en
libertad.
A una de esas primeras tiendas que se instaló
en Madrid le pusieron el nombre de Amantis –palabra compuesta por una sugerencia
al arte de amar y por el nombre del insecto que con su infame conducta amatoria, en ocasiones la
hembra adulta, se come a su pareja justo después del apareamiento, e incluso
durante. Aunque a pesar de ello, los machos nunca rehuyan la oportunidad de
reproducirse. Se trata de nuestra querida Mantis religiosa. Un nombre tan
sugerente que invita a querer saber lo que pasa puertas para dentro.
En el
año 1998, un chileno afincado en Madrid llamado Carlos Mateo, fue el ideólogo e
impulsor de esta nueva modalidad sexual. Se le ocurrió sacar los juguetes del
armario, sacudirles la naftalina y convertir los artículos de sex-shop en un
negocio normal. Con la ilusión de hacer fácil, divertido y accesible para todas
las personas, el maravilloso mundo de los complementos para adultos. Carlos decidió
alquilar un pequeño local en Madrid, en un barrio tan emblemático como Chueca, al
que puso de nombre Amantis, para compartir la lucha por los derechos de las
minorías sexuales. Y desde entonces y hasta ahora, el número 46 de la C/ Pelayo
se ha convertido en todo un referente del placer sexual.
Al año siguiente, su hijo Cristobal decidió poner en
funcionamiento la página Web www.amantis.net, para que todo aquel que
quisiera pasar desapercibido, pudiera comprar este tipo de artículos en total
anonimato. La versión On Line de Amantis fue todo un éxito y a partir de ese
momento, Cristóbal se convirtió en el CEO de la empresa –Chief Executive Officer, el máximo nivel de decisión de la compañía;
el Director General–.
Hoy en
día, un equipo de 20 personas trabajan para dar ilusión y satisfacción a todos
sus clientes en tres tiendas: C/ Pelayo 46 y C/ Ribera de Curtidores 10 en
Madrid, C/ Torrent de l’Olla 145 en Barcelona, y un almacén también en Madrid,
que surte a todos sus locales. Pero especialmente para todo el mundo a través
de su web en español y en francés www.amantis.fr
Algunos
de sus trabajadores habituales son:
Pero quedan muuuuuchos más. Un negocio familiar donde
padre e hijo trabajan mano a mano para hacer feliz y enseñar a disfrutar a todo
tipo de público.
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