El útero en su estado relajado o de buena salud, tiene un
movimiento ondulante, como una especie de baile interno que produce placer. Es un
movimiento que restablece la concepción de nuestra condición femenina. De hecho,
un futuro bebé en gestación, construye toda su biología sobre la sensación que
existe en el vientre de su madre.
No puede haber salud social si las mujeres seguimos con
el útero bloqueado, obstruido o infartado, por los efectos del patriarcado
metidos en nuestro cuerpo.
El organismo tiene
la capacidad de regularse: supura, cicatriza, se broncea…, el cuerpo está vivo
y la biología es inteligente. No es admisible que aún sigamos creyendo que los
procesos fisiológicos del cuerpo femenino son dolorosos, como la dismenorrea –dolor
severo de las menstruaciones, llegando a tener cefalea, fatiga, vómitos y
diarrea–.
La fisiología no duele. La biología ha creado el placer
para perpetuarnos a través de nuestro cuerpo. Lo que nos duele no son los
ovarios, lo que nos duele es un modo de vida que no nos permite a las mujeres
ser como somos. Es el efecto de la interrupción continuada, de la libre
expresión de nuestra vitalidad femenina.
El
movimiento del útero es en sí mismo placentero, lo que duele es que no se
mueva, que esté bloqueado.
El útero es generador de Oxitocina
–hormona que regula los procesos de amor, sexualidad, confianza, apoyo mutuo,
etc.–, ingeniería biológica. El momento fundamental de nuestras vidas que dirige
esta hormona, es el del alumbramiento. Cuando el parto no es interferido, los
niveles de oxitocina que alcanzamos, son los más altos a los que llegaremos en
la vida. Es un momento clave para determinar cómo se desarrollará el mecanismo
de esta sustancia en la vida del bebé, ya que marcará su capacidad de amar. El
estado de consciencia al que nos lleva la oxitocina es enorme, y ese momento es
cuando desarrollamos el vínculo con la vida. Otros periodos en los que esta
hormona está presente son cuando hacemos el amor, cuando nos tocamos, cuando
compartimos comida, cuando nos damos un baño caliente, cuando nos miramos a los
ojos, al abrazarnos… Todo lo que sucede en clima de confianza y cuidado, está
regido por la oxitocina. Por eso es realmente importante cuidar todo este
proceso.
Nuestra vida está construida en base a patrones que heredamos
de generación en generación. El patrón es la matriz, el molde, la forma que
resulta de la infinidad de inercias que somos. Cada uno tiene su
particular canon, aunque este se conforme de fuerzas bastante comunes que
tenemos normalizadas, y que no nos damos cuenta del efecto que provocan en
nuestro organismo. Sin embargo la percepción te cambia cuando eres capaz de
mirar una misma situación desde lugares distintos.
Hay una manera de entender que somos enteras, que nuestra
vida no está fragmentada, que hay un lugar dentro de nosotras mismas que no
está en conflicto, y que desde él podemos reorganizarnos.
Estar bien centradas en nosotras mismas, nos da la
capacidad de sostener el vértigo que asoma cuando hemos de sacrificar nuestra
postura, y esto sucede en el acto cotidiano, mientras aprendemos un nuevo modo
de estar en la vida. Lo que viene después, es la gracia de descubrir que el
cuerpo es biológicamente placentero, que la vida es mejor de lo que parece.
Ser mujer es una suerte. Los cambios que suceden en el
cuerpo y la psique a lo largo del ciclo fértil son tremendamente ricos, disponemos
de la capacidad de comprensión sobre cómo es el proceso creativo en la
naturaleza, y esto llevado a los proyectos personales es una puerta a la
realización de nuestros deseos. Tenemos que pulsarnos, sentirnos,
comprendernos, conocer nuestra cara oculta para saber qué es lo que deseamos. Necesitamos
ser mujeres en paz para traer la paz al mundo. Necesitamos ser mujeres
presentes para no tener niños perdidos.
Hay un movimiento que trata de restablecer la concepción
de la condición femenina, y dentro de él se encuentra el proyecto Uteropías –utopía
del útero–. Esta iniciativa consiste en ser conscientes de cómo somos y cómo
estamos. Darse cuenta de que transitamos un camino que lleva a la resolución
desde dentro; a través de la consciencia corporal, la sensibilidad, la atención
en el cuerpo, etc. Necesitamos tomar conciencia de nuestra anatomía, fisiología
y del reconocimiento de nuestra biografía. De esta manera conseguiremos
recuperar nuestra integridad de mujeres. El objetivo último es restablecer el
pulso del útero.
El proyecto lo lleva a cabo Alicia Domínguez; psicóloga
licenciada por la UCM en la especialidad de clínica, ahora profesional
sanitaria. En sus terapias con mujeres, integra la mirada clínica, la
psicosocial, la transcultural, la transpersonal, la perinatal, y todo lo que
preceda o siga inmediatamente al nacimiento.
Le interesa la vida intrauterina, el desarrollo
embrionario, el cómo se forman las primeras memorias. Trabaja por la salud del
útero porque en ese campo ha encontrado el mayor potencial terapéutico y
preventivo. Sus terapias, charlas y talleres, le hacen estar en un lugar de
membrana, en los que adentro y afuera son una continuación, para poder trabajar
a un lado y al otro del útero y conseguir así la recuperación y la protección
del mecanismo de oxitocina. Utilizando como principio el estar en el centro,
acompaña de esta manera a las mujeres en la liberación de los dolores, cambiando
sus estructuras internas, y consiguiendo que la belleza y la fuerza emerjan en
ellas cuando se liberan del miedo.
Por otro lado, tiene su consulta Wü –es una palabra invisible, un sonido del silencio que evoca el
vacío, un soplo de viento, un silbo… desde el taoísmo, la expresión wu wei,
indica el camino de lo que se desarrolla naturalmente–. Ahí, entra en contacto
con la versión más esencial: El masaje metamórfico, que es su herramienta más
valiosa para este propósito. Creando una experiencia de bienestar que sirve de
referencia para el recorrido terapéutico.
“El Ser humano se cura desde dentro, y suele ser en
silencio cuando se da cuenta de lo que necesita”.
Esta consulta está situada en la sierra noroeste de
Madrid. Aunque a veces Alicia, también se desplaza al centro, pero prefiere
trabajar fuera de la ciudad, porque la naturaleza ayuda al proceso terapéutico.
El precio medio de una sesión es de 35€, aunque hay una
breve cita previa gratuita en la que se plantean las necesidades y la propuesta
de trabajo para decidir si harán el proceso juntas.
“La experiencia de los talleres y las terapias centradas
en el útero son muy enriquecedoras. Hay encuentros de un día, como una
introducción, charla y/o taller, y
procesos que ocupan entre 3 y 6 meses. Esta posibilidad de desarrollar
un trabajo continuado está aportando resultados muy interesantes”.
El útero es el conjunto
ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema.
Y por eso es la herramienta de su trabajo.
“El camino de regreso a uno mismo no es fácil, pero el
modo de hacerlo es muy sencillo”.
Para contactar con Alicia Dominguez:
Telf. de la Consulta: 619 552 990
¿POR DÓNDE EMPIEZA UN
CÍRCULO?
El útero es el conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema. reclamajusticia.es/que-es-el-islam/
ResponderEliminarMe parece fenomenal
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