1. f. Movimiento
en retroceso de las olas después que han llegado a la orilla.
2. f. Limo o residuos que el mar o los ríos
dejan en la orilla después de la crecida.
3. f. Malestar que padece al despertar quien
ha bebido alcohol en exceso.
4. f. Efecto o serie de consecuencias que
produce algún acontecimiento o situación. La resaca del éxito.
Cualquiera
de las cuatro acepciones que la Real Academia define como “resaca”, me viene
bien para describir la sensación que tengo tras mi gira mexicana.
1.– Cuando llegas a la orilla
después de haber estado en la cresta de la ola, ya no queda más remedio que
retroceder.
En ese punto exacto me encuentro en
este momento, pues he visto a los mexicanos fascinados ante mi arte y ahora al retorno a mi hogar, no me
queda otra que volver al punto de partida.
2.– En la orilla se quedaron los residuos de mi
trabajo y aunque haya tenido obligatoriamente que regresar, aquello que sembré puede
convertirse en el germen de algo más importante, que sólo un futuro próximo podrá
sacar a la luz en el momento adecuado.
3.– Lo malo es el síndrome post
vacacional, sobre todo tras haber pasado una semana entera en Cancún –disfrutando
de los hoteles de lujo de la cadena Oasis–, bañada por el mar Caribe y enredada
emocionalmente con las ruinas ancestrales de nuestros antepasados, en donde
pude sentir toda la energía Maya y Azteca.
4.– Y cuando finalmente haces
recuento y eres consciente de lo bien que te han tratado y de todo lo que has
conseguido, tienes el temor de que ya nunca más se vuelva a repetir una
experiencia parecida y es entonces cuando padeces “La resaca del éxito”.
En DF estuve viviendo con mi
amiga Paula Narea –directiva de una filial de la discográfica Warner– que amablemente
me acogió en su casa –un maravilloso ático del barrio de Polanco–.
En un descanso de mi apretada agenda entre entrevistas y funciones, Paula me
llevo a las ruinas de Teotihuacán. Ascendí por la pirámide del Sol hasta su
cúspide y desde allí pude darme cuenta de la majestuosidad que aún tenía esta
ciudad prehispánica. Una vez abajo, el paseo entre la Pirámide del Sol y de la
Luna por la Calzada de los muertos, fue una sensación indescriptible.
Tuve siete funciones entre DF y
Cancún para las que otra amiga, la actriz María Almela, me ayudó a cerrar los
contratos de actuación y me proporcionó la mejor asistente, la también actriz
Denise Castillo que se encargó de todo el tema de publicidad y comunicación.
Conseguí un patrocinador, una
tienda de juguetes y cosmética sexual llamada Zona G, en la que sus dueños, un
matrimonio encantador: Liz y Rodrigo, no solamente me pagaron la publicidad y
me abastecieron de preservativos y lubricantes para repartir en mi show, sino
que me pusieron un coche a la puerta para que me llevara y trajera por todo el
DF, desde por las mañanas a las entrevistas hasta por las noches a los teatros.
El público que vino a ver MISS TUPPER SEX
alucinó por la facilidad con la que se podía hablar de sexualidad y la
normalidad con la que se enseñaban los juguetes eróticos. Entre los
espectadores de los diferentes locales donde actué –Foro Shakespeare, Círculo
Teatral, Foro A Poco No, Teatro Bar El Vicio, El Cuevón–, tuve la visita de
amigos y compañeros actores/actrices, escritoras/es, humoristas, directores de
cine, de casting y otra serie de artistas que me regalaron su compañía y su
talento ayudándome a trasladar al mexicano algunas de las palabras españolas
que allí no tenían el mismo significado. Todos sin excepción fueron muy
generosos conmigo, El Costeño –afamado humorista de Acapulco– me incluyó en su
Cofradía de la Comedia, con un buen grupo de monologuistas que se reúnen cada
semana para trabajar textos e improvisaciones. Además me invitó a compartir
escenario con él en una función conjunta.
Las Reinas chulas que organizan
cada año el Festival Internacional de Cabaret, me invitaron a participar y me
cedieron su espacio del “Teatro bar El Vicio” para que siempre que vaya por DF,
aún cuando fuera en vacaciones, pueda tener un lugar donde actuar. Allí mismo
en una vitrina del local, dejé algunos ejemplares de MISS TUPPER SEX, para que
en mi ausencia se pueda seguir difundiendo mi obra.
Gracias a la actriz Yoima Valdés,
entré en el mundo del entertainment de la mano de su primo el gran productor
Alexis Núñez. Él me introdujo en el programa de máxima audiencia de Televisa: “El
Sabadazo” para hacer un sketch con otros actores de allí, donde me trataron
como a una estrella. Me hicieron prueba de vestuario, maquillaje y peluquería, me
pusieron coche de producción, me dieron tickets de comida, etc. Incluso la
encargada de vestuario me regaló su plancha del pelo, porque la electricidad allí
tiene otro voltaje y la mía no funcionaba.
Los periodistas locales se
volcaron conmigo gracias a que sus homólogos españoles como: Silvia Melero,
Fran Sevilla, María Verza… me ayudaron a contactar con ellos. Con todo ese
apoyo, MISS TUPPER SEX apareció en el periódico Reforma, en el noticiero de Televisa,
en infinidad de emisoras de radios y otras televisiones locales tanto en el DF
como en Quintana Roo.
Y hablando de este último –el
estado más turístico de México–, gracias a mi amiga la escritora y periodista
Lydia Cacho, conseguí actuar en el cabaret Crazy Hot Coyote, del hotel Oh! By
Oasis de Cancún, con un lleno total. Además disfruté de unas merecidas
vacaciones por todos los hoteles de la cadena Oasis, en los que pude asistir a
los espectáculos que al igual que el mío, se desarrollaban allí. El creador y
dueño de esta maravilla de complejos hoteleros es el español Pedro Pueyo que ha
apostado por la cultura como vía fundamental para el entretenimiento de su
clientela. Nos deleitaban con todo tipo
de espectáculos, que van desde un increíble show que nada tiene que envidiar a
El Circo del Sol, hasta recitales de flamenco con artistas discípulos de Paco
de Lucía, pasando por cabarets con bailarinas/acróbatas y cantantes de primera
categoría. Entre todo ese talento actué yo y fue tal el éxito obtenido que ahora
estoy planeando volver a Cancún para hacer una gira con MISS TUPPER SEX, por
todos los locales de actuación de los diferentes hoteles Oasis.
Muy lejos queda ya aquella sensación
de incertidumbre con la que me embarqué rumbo a tierras mexicanas. Pues
exactamente igual que a los conquistadores, Moctezuma me recibió con los brazos
abiertos y la serpiente emplumada me dio su gran abrazo de bienvenida.
Los
compañeros me dicen que tenga cuidado con esa primera impresión, pues al igual
que en las resacas, también existe la venganza de Moctezuma y la de la serpiente,
que tras haberte dado el abrazo, saca su lengua viperina para escupirte veneno.
En
cualquiera de los casos, yo me quedo con la emoción de lo vivido y el haber
pisado lugares tan mágicos y milenarios como Chichén Itzá, Tulum o Teotihuacán.
Ahora estoy intentando superar la
vuelta a nuestro país, para que no se me haga imposible ya que sumándole a todo
esto el cambio horario, existe esa pequeña depresión que hace que cada mañana
no tengas ganas ni energía para levantarte.
Soy de la opinión que cada vez
que vuelves de un viaje impresionante, necesitas el mismo tiempo para
recuperarte, que el que estuviste fuera.
Y es que aunque mentalmente des órdenes a tu
cerebro para que vuelva a la normalidad, tu cuerpo y espíritu no son capaces de
cambiar tan bruscamente la forma de vida y se aferran a las sensaciones
recibidas. Todo eso es lo que te impide regresar a la cotidianidad.
Tan sólo puedo decir: “Gracias a
todas y a todos los que me habéis ayudado a que la experiencia mexicana haya
sido un éxito, y espérame México porque volveré”.
¿Crees que el Ser Humano se
enamora de los lugares al igual que de las personas?
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