Cuatro discos a sus espaldas con el
nombre de Lucas, a los que hay que sumar otros dos como Pez Mago. Lucas Álvarez
de Toledo: amigo, compañero, trabajador incansable y artista de vocación,
recorre el país –y parte del extranjero– con sus canciones. Consigue que una legión
de jovencitas se rindan a sus pies y se queden anonadadas mientras lo escuchan.
Según él “El mundo se ha hecho más
pequeño desde que existe internet y la música ha tenido más difusión”. Este
artista ha actuado en todo los países inimaginables, como por ejemplo Guinea Ecuatorial,
ante dos mil personas. Aunque lo que más le impresionó fue comprobar que en
aquel país los niños lloraban porque era la primera vez que veían a un blanco
calvo.
Tiene su proyecto como Pez Mago y ha
llegado a crear su propia compañía discográfica Yo me lo guiso records. Además es músico habitual del artista Depedro, con el que ha podido viajar por todo el mundo –su verdadera ilusión–. Sus
hermanos le llaman el inmortal porque dicen que no puede pasar a mejor vida.
También compone canciones para
publicidad y artistas de renombrado prestigio, como su Luna para Clara Montes. Versión de la que se vendieron 80.000 copias.
En Argentina le han publicado su
último disco. Y ahora cada tres o cuatro meses, tras actuar en todas las salas
de España, se va de viaje a otros países para que todo el mundo pueda disfrutar
de su música.
Como si de un espejo se tratara, el
cantautor Lucas Álvarez de Toledo –conocido como Pez Mago–, ha emulado el
famoso cuadro de Edgar Degas: Bailarina sentada frotándose el tobillo
izquierdo (1881-1883, Museo de Orsay, París), para presentarnos su
último trabajo: Bailes de salón.
Algo de similitud debe haber entre ambos
artistas aunque haya más de un siglo de diferencia. Me preguntaba porqué Pez
Mago quiso colarse en la pintura de Degas y porqué eligió concretamente este
cuadro para reproducirlo en la portada de su último disco. Una bailarina y una
mujer vestida de negro terminan convirtiendo su encuentro fugaz en algo más
cercano. El Yin y el Yang, hombre y mujer, blanco y negro, protagonista y
antagonista, claro y oscuro. Aunque el disco se llame Bailes de salón, nada tiene de bailable, pero sí esa estética del
ballet clásico que tanto gusta a su autor Lucas Álvarez de Toledo y al pintor
Edgar Degas.
El propio compositor decidió recrear
el cuadro aun cuando ninguno de los dos personajes que allí aparecían, tenían nada
que ver con él. Sin embargo algo tendría que tener en común con el creador del
lienzo.
Como Degas, Álvarez de Toledo es hijo
de la aristocracia, y al igual que el pintor, este decidió no ejercer su
carrera para dedicarse en cuerpo y alma al arte. Los dos han sido incansables
viajeros y también los dos centran gran parte de su obra en las mujeres. Algo
tuvo que pasar por la mente de Lucas al elegir a este artista para expresar lo
que quería contarnos en su nuevo disco.
Lo mismo que Degas, Pez Mago también
intenta atrapar las posturas más naturales y espontáneas de sus modelos, en su
afán por capturar el movimiento en una obra de arte. Pero a diferencia de él,
este no acude a diario permaneciendo horas disfrutando de los ensayos de las
bailarinas, llegando incluso a contratar a algunas de ellas para que le sirvan
de modelos mientras pinta –aunque le habría gustado–.
Pez Mago tiene el mismo afán, pero
ayudado por la época que le ha tocado vivir, son la mismas mujeres las que se
prestan a servirle de inspiración.
Sin embargo, coloca en el pedestal de
sus musas a las hembras con las que se relaciona, y les pide por favor que actúen
de modelos para sus video clips. ¿Qué será lo que circula por la cabeza de
ambos artistas para que al final pongan a esas mujeres un deje de nostalgia y tristeza?
La única diferencia entre ellos es
que mientras Degas utiliza un punto de vista meramente observador, Pez Mago
consigue interactuar con los personajes hasta llegar a entender su verdadera
esencia, y así robarles el alma que más tarde utilizará en las letras de sus
canciones.
Lucas Free –como hacía llamarse hace
algunos años–, de una manera inconsciente ha conseguido que los personajes de
Degas lleguen a comunicarse. Se ha introducido él mismo en el lienzo, y ha levantado
la mirada de la bailarina, para que se encuentre con la anciana convertida en
un caballero anhelando conversación.
Lo más extraño de esta pintura son los
brazaletes de tela negra que llevan los dos protagonistas en ambas muñecas,
como queriéndonos explicar que en esa relación hay algo más que un simple
encuentro casual. ¿Quizá una práctica de
Bondage les está esperando?
Edgar Degas no gozó de gran
reputación entre sus contemporáneos y su auténtica dimensión artística no
habría de valorarse hasta después de su muerte el 27 de septiembre de 1917 en
París. Esperemos que esto no le suceda a Pez Mago y podamos disfrutar de su obra
en vida, pudiendo ver actuaciones en directo como la que se va a producir el
próximo jueves 30 de octubre en la Sala Galileo Galilei de Madrid.
Habrá que ir allí y evidenciar de
primera mano cómo suena su música en directo, mientras esperamos a que el alma
de su reencarnado, se le ocurra honrarnos con su presencia. De esta manera,
podremos sentir en la Sala Galileo Galilei de Madrid, el síndrome de Stendhal, hasta
el punto de generar tal cúmulo de arte que dé lugar a culminaciones personales de
placer.
“vámonos los dos, vámonos tú y yo
lejos.
Vámonos los dos, despeguémonos del
suelo”.
¿Creéis en la reencarnación?
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